El caso de los huevos contaminados con fipronil despertó sospechas sobre la composición de los alimentos entre algunos consumidores europeos, pero la mayoría de ellos reaccionaron con mesura y el impacto sobre las ventas ha sido reducido hasta el momento.
“No volveré a comprar mayonesa mientras esta historia no se haya esclarecido”. Como varios consumidores, Hans Grofferbert, un empleado federal alemán, prefiere ser prudente cuando hace la compra.
Pero la mayoría de los ciudadanos europeos se tomaron el caso con calma, confiando en los mensajes tranquilizadores emitidos por las autoridades.
“El artículo que leí esta mañana decía que no había riesgo para la salud, así que sigo comprando huevos”, dice Jacky Kur en un supermercado londinense.
“No tengo miedo, está en numerosos productos y si hay que evitar todos los productos que contienen huevos, no sé lo que nos queda”, declaró Else Steenbergen, de 28 años, en un supermercado del norte de Holanda.
Como ella, son muchos los que no tienen intención de cambiar sus costumbres. Algunos, adeptos de los huevos bío, ven en ese caso un motivo para seguir comprándolos.
– ‘Efecto psicológico’ –
Pero, pese a que no ha cundido el pánico desde el inicio del escándalo, este suscita recelos entre algunos habitantes. “La próxima vez que vaya a comprar huevos, voy a pensar en esta historia. Seguro. Pero ¿cómo voy a reaccionar? Eso no lo sé”, explica en Londres Yanis Philiparis, quien aseguró a la AFP que estará más atento a la procedencia de los huevos que consume.
“Este caso muestra los riesgos de fraude en los alimentos de origen animal” y despierta en los consumidores recelos sobre el contenido de sus platos, afirma la Federación Romanche de Consumidores (FRC), en Suiza.
La cadena francesa de distribución Système U asegura que tuvo que tranquilizar a sus clientes. “La gente se interroga y nos hace preguntas. Es bastante normal cuando ocurren este tipo de casos, siempre hay un efecto psicológico”, explica el portavoz del grupo.
Los consumidores denuncian, sobre todo, la falta de información.
“En este caso, al igual que en otros, la gente sólo ha sido informada de forma muy fragmentada. Y los consumidores tienen la sensación de que los han dejado abandonados”, se indigna Dario Sarmadi, responsable alemán de la asociación Foodwatch.
Muchos están “molestos por el hecho de que no sea posible conocer la procedencia de los huevos utilizados en alimentos compuestos”, añade Barbara Pfenniger, responsable del sector alimentación en la FRC.
– Un impacto limitado –
A pesar de esas preguntas sin respuestas, el impacto del escándalo de los huevos contaminados sobre las ventas ha sido limitado hasta la fecha.
El distribuidor suizo Migros indicó no haber comprobado “efectos notables sobre las ventas”.
“Todavía es demasiado pronto para saber si habrá un impacto o no”, aseguran por su parte las federaciones que representan a las grandes cadenas de distribución en Alemania (BVLH) y Francia (FCD).
Pero, como explica Axel Haentjes, miembro de BVLH, “en cada crisis alimentaria, siempre se observa cierta reticencia de los consumidores a comprar el alimento afectado y una pequeña reducción en el volumen de negocios”, aunque ésta suele ser temporal.
La filial francesa del grupo alemán Lidl señala una reducción “de cerca de un 2% en sus ventas de huevos de gallinas criadas en jaulas”.
Pero esa caída parece quedar ampliamente compensada por el aumento de la venta de otro tipo de huevos. “En los de aire libre, bío o con [sello de calidad francés] Label Rouge, no ha habido bajada del consumo; al contrario, se han agotado las existencias en algunas tiendas”, explica Michel Biero, un responsable de Lidl Francia.