La FIFA ha sido clara y tajante con Guatemala: o aprueba los estatutos atendiendo a sus criterios, o no le será levantada la suspensión que le impuso desde octubre pasado.
Redacción EFE: Patricia Pernas
El domingo pasado venció el plazo que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) había dado para la aprobación de los nuevos reglamentos y así revertir la sanción que le prohíbe participar en cualquier competición de la entidad que rige el fútbol mundial.
La Asamblea de la Federación Nacional de Fútbol de Guatemala (Fedefut) aprobó los nuevos estatutos en julio pasado, tal y como lo había pedido la FIFA, pero la pelota rebotó en la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala (CDAG), el máximo ente deportivo del país, que no dio su aval.
Es por ello que esta semana hubo las primeras consecuencias. Firmes. Sin vuelta de hoja, al menos por el momento.
La FIFA anunciaba, a través de una carta, que retiraba a la Comisión Normalizadora que ella misma había nombrado en enero de 2016 para ordenar la situación local tras un escándalo internacional de corrupción, conocido como FIFAGate, con varios de sus dirigentes acusados de recibir sobornos a cambio de otorgar derechos de transmisión.
Este caso llevó a la suspensión del entonces presidente de la Fedefut, Brayan Jiménez, implicado junto a otros miembros en esta trama.
Este fue el detonante de una situación que se ha vuelto crónica, de la que nadie se hace responsable, que se agudizó con la suspensión el 28 de octubre de 2016 y que parece no tener fin.
Debido a la “resistencia al cambio” y a la dificultad expresa para que entren en vigor los nuevos estatutos, la FIFA se cansó. Retiró a sus miembros y rompió todo vínculo con el fútbol guatemalteco mientras éste no dé pasos a favor de la transparencia y el fin de la corrupción, dos males que también sobrevuelan el balompié.
Según ha podido saber Efe, la Confederación Deportiva aún analiza el nuevo reglamento, pero no lo aprobará tal y como está por ir en contra de la ley local.
Sin embargo, sí hará una serie de “recomendaciones internas” para que la Asamblea los modifique y “llegar a un acuerdo”. Está convencida de que la situación se puede revertir a través del diálogo.
Los puntos en discusión son tres. El número de miembros del comité, -la FIFA pide 9 y la legislación solo contempla 5- y la existencia de un tribunal disciplinario y otro electoral con poder único.
Para cambiar esta tesitura, perjudicial para un país que nunca logró ir a un mundial, han empezado “un lobby” con la FIFA, pues creen que la Comisión Normalizadora nunca trasladó las confrontaciones con una ley local que tendrá “sus defectos”, pero que es “bien completa”.
No está convencido de que se logre este consenso Juan Carlos Barragán, miembro de la comisión normalizadora, quien reconoció a Efe que la situación es preocupante, que la Federación está ahora “acéfala” y que el futuro es una “nebulosa”.
Según el artículo 13 de los Estatutos de la FIFA, la suspensión de Guatemala, una situación que solo comparte Kuwait entre las 211 federaciones afiliadas, conlleva la pérdida de todos los derechos como miembro de la entidad.
Por un lado, ni las selecciones nacionales ni los clubes tienen derecho a participar en ninguna competición internacional hasta que finalice la suspensión y, por otro, no pueden beneficiarse de ningún programa de desarrollo, curso o formación auspiciados por el ente deportivo internacional.
El resto de federaciones tampoco pueden mantener contactos de carácter deportivo con la de Guatemala según el artículo 16, apartado 3, mientras esté vigente la suspensión.
Las víctimas y los perjudicados de esta tesitura incierta son los futbolistas, los equipos y la selección nacional, que están en una clara desventaja frente a otros rivales del área centroamericana.
Las únicas que no reciben castigo son las autoridades. Parece haber una lucha de “egos” entre la Confederación local y la FIFA.