Analistas coinciden en que el Congreso ha perdido legitimidad y representatividad

25 septiembre, 2017
11:24 am
Manolo Garcia

De las exigencias que los guatemaltecos han efectuado en la Plaza de la Constitución en los últimos días, a raíz de las manifestaciones que han tenido lugar, se priorizan las renuncias del presidente Jimmy Morales y la de los diputados del Congreso de la República.

En adición, se insiste que lo más importante será un cambio en el sistema político nacional, mediante reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, cuya propuestas ya han sido trasladadas al Organismo Legislativo, que no llega a consensos al respecto.

Para conversar sobre el tema, en el programa A Primera Hora estuvieron como invitados los abogados Javier Monterroso y Estuardo Gamalero, así como César Sigüenza, miembro de Alianza Técnica de Apoyo al Legislativo (ATAL).

Los tres coinciden en que para realizar ajustes en los partidos políticos y su funcionamiento, la respuesta está en la ley electoral, que en este caso representa ‘el cuello de botella’.

César Sigüenza

¿Cuál debería ser el cambio más importante que haga en el sistema político?

Hemos revisado qué es lo que se necesita cambiar en el sistema político. Nos basamos en dos estudios, uno del Programa de Opinión Pública y el otro de Corporación Latinobarómetro, que establecen que el sistema guatemalteco no tiene representatividad ni legitimidad.

Los funcionarios electos no representan a la gente que los eligió y cuando se integran al Congreso no tienen legitimidad.

¿Dónde hacer el ajuste?

La respuesta es que es la ley electoral el cuello de botella. Si no se permite que los ciudadanos fiscalicen a las autoridades, la democracia estará en crisis. De nada sirven los controles de financiamiento electora, si los que llegan compran la ficha.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) se ve como el patito feo. No ha existido una institucionalidad pública que haga que la ley se cumpla. La clase política ha fomentado la corrupción y no nos sacará de este atasco.

Se necesita una ley que genere que nuevos grupos políticos se creen. Entre más posibilidades de partidos haya, se logrará que más fuerza política participe.

Creo que lo que hay que hacer, es que desde la ciudadanía se prepare un proyecto y decir: ‘esto es lo que el ciudadano quiere’.

Creo que las propuestas deben estar en blanco y negro. Ya no es válido solo llevar la consigna de reformas y dejar que el Congreso trabaje el texto. Es la ciudadanía la que tiene que llevar el texto al Congreso.

Ya no hay legitimidad ni representatividad ni credibilidad en el Congreso.

Javier Monterroso

¿Son las crisis motivos de presión para que los congresistas aprueben leyes de beneficio social?

De hecho, varias leyes han sido aprobadas en coyunturas críticas. Cuando fue el desfalco de Q82 millones, en tiempos de Eduardo Meyer, se aprobó la Ley de Acceso a la Información; cuando ocurrió el caso de Rodrigo Rosemberg, pasó la Ley de Comisiones de Postulación. Cuando el Congreso se siente en crisis, aprueba leyes que son demanda social.

¿Una salida al momento es crucial?

El sistema político está podrido. La coyuntura está siendo favorable para las reformas a la ley electoral, pero con los actuales diputados no hay condiciones de certeza y de credibilidad, para que vayan a apoyar algo bueno… aún bajo presión.

Durante la presidencia en el congreso de Mario Taracena, con presión se aprobó la Ley de la Carrera Judicial, pero aún así, no se ha aprobado el Consejo de Administración de Justicia.

La Comisión de Asuntos Electorales, presidida por el diputado Óscar Argueta, junto con los diputados Fernando Linares Beltranena y Mario Taracena, intentaron meter golazo hace dos meses, quitándole funciones al TSE… intentaron quitarle los dientes al TSE.

En 2016 fue presentada al Congreso una iniciativa de reformas

Se combatía el caudillismo, el nepotismo, las cuotas de participación… Los diputados hicieron una chibolita de papel con esa iniciativa y aprobaron solo el voto de migrantes en el extranjero y asuntos relacionados con el financiamiento, pero no entraron a fondo.

¿Y la participación ciudadana en real?

En Guatemala se necesitan 25 mil afiliados para autorizar un partido; en España son cinco mil… en Honduras mil afiliados. Ahora mismo, ninguno de los que está en formación podría llegar a cumplir todos los requisitos para participar en las elecciones de 2019.

¿Usted cree que la plaza está clara en el tema electoral?

La plaza ha sido muy clara en sus demandas:

Renuncia de diputados,
Renuncia del presidente Jimmy Morales,
Reforma ley electoral.

En ese orden. Porque no confía en los actuales diputados para qué cambien la ley.

Estuardo Gamalero

¿La crisis es una oportunidad de cambio?

Hay dos formas de ver las crisis: una la positiva para corregir, y otra fatalista, en la que no tiene sentido seguir luchando. Entonces, ahoguemonos con todo lo que está ocurriendo.

En las exigencias de la plaza hay un problema transversal que es el combate contra la corrupción, que nadie lo puede negar. Pero cuando uno lo ve con el asunto electoral, el problema no es el marco legal, son las personas.

Eso no quiere decir que no se corrijan, para evitar endiosamientos en las agrupaciones políticas.

¿Es posible cambiar la ley electoral?

Lo veo probable, pero no necesariamente en tiempo, para que alcance a implementarse. Pero la reflexión, no es que lo que digamos sea lo correcto. Estamos poniendo las esperanzas en el cambio de una ley. Sin embargo, en tanto que no entendamos que el problema somos las personas y no las leyes, no va a cambiar mucho.

Nuestra democracia ha sido ejemplar en términos de una ciudadanía participativa. En las elecciones alcanzamos niveles de participación de más de 70 por ciento, pero la representación no se está dando. El problema está en los candidatos que se escogen en los partidos. Luego hay que ponerle límite a las reelecciones.

Es necesaria un diálogo

Todos tenemos que hacer a un lado el ego y sentarnos a discutir, y tratar de ser lo más incluyentes posibles para llegar a consensos. Si sólo nos vamos a preocupar por la representatividad, entonces agarremos a un grupo de delincuentes para que nos represente.