Los yihadistas del Estado Islámico (EI), que se repliegan en sus últimos reductos de Raqa en el norte de Siria, obligan a los civiles a seguirlos para utilizarlos como escudos humanos.
Familias enteras se amontonan en departamentos en donde los yihadistas están atrincherados. Y cuando los yihadistas salen para buscar agua, se llevan a los civiles para cubrirse.
Los yihadistas están atrincherados en sus últimos reductos de Raqa, asediados por las fuerzas de una alianza kurdo-árabe, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldada por los bombardeos diarios de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
En dos ocasiones, Um Alaa y su familia estuvieron obligados a acompañar a los yihadistas, cuenta esta madre en duelo, unas horas después de haber huido de Raqa, a pie.
“Hace varias semanas, un combatiente iraquí (de EI) irrumpió en nuestra casa y nos dijo que estábamos en una zona militar”, recuerda, sentada delante de una mezquita de Hawi al Hawa, en un suburbio oeste de Raqa.
Con su marido, su hijo y su nieto de dos años, estuvieron obligados a mudarse a un edificio vecino.
Tres días después fueron transferidos hacia un edificio del barrio destruido de Al Badu, en donde encontraron otras familias.
“Eramos escudos humanos. Nos utilizaban para protegerse”, dice el marido de la mujer, Abu Alaa, cuyo cinturón de cuero ayuda a sostener un pantalón que ya es muy grande para él.
Como todos los civiles interrogados por la AFP, habla sin dar su apellido, por miedo a represalias contra sus allegados, aún atrapados en Raqa.
– Fue a buscar agua y ‘no volvió’-
Apoyadas por los bombardeos de la coalición, las FDS lograron conquistar el 90% de Raqa. Decenas de miles de civiles consiguieron huir.
Pero en sus últimos focos de resistencia, los yihadistas se atrincheraron en edificios residenciales en donde aún hay civiles, asegura Mohannad, que logró huir con sus cuatro hijos de Al Badu.
“Intentaron instalarse en el subsuelo, o en el primer piso de nuestro edificio, para protegerse de los bombardeos aéreos”, precisó esta madre.
Cuando los combatientes de EI se instalaban en casa abandonadas, Mohannad colocaba ropa en los balcones de los departamentos vacíos de su edificio para hacerles creer que aún había gente.
Pero luego se vio obligada por los yihadistas a desplazarse con sus hijos cuatro veces. Cuando llegaron al barrio de Al Badu no había nada para comer.
Cuando autorizaban a los civiles a buscar agua, se les retenía en los pozos durante horas, recuerda Um Mohammad.
“Los combatientes bombean agua primero, y los civiles deben esperar su turno durante horas, para protegerse de los bombardeos aéreos”, cuenta.
Su hijo mayor de 19 años, Mohammad, partía de la casa al alba y se ausentaba para ir a buscar agua durante seis horas.
“Hace unos días se fue y no volvió. Supimos que hubo un bombardeo aéreo. Ni siquiera encontré sus sandalias”, continúa Um Mohammad.
-‘Desacelerar las operaciones’-
El martes, un ataque aéreo imputado a la coalición, mató a 18 civiles que bombeaban agua de un pozo, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
A fines de septiembre, la coalición internacional antiyihadista reconoció que mató a 735 civiles con sus bombardeos en Siria e Irak desde 2014. Pero según el OSDH, habrían muerto centenares en Raqa desde junio.
Um Alaa perdió además un hijo farmacéutico en un bombardeo aéreo, cuando ayudaba a civiles heridos.
“Para matar a un sólo combatiente de EI, mueren diez civiles”, lamenta.
“Se disparan entre ellos y estamos en el medio”, dice.
Los yihadistas podrían retener a civiles como rehenes, en especial en un hospital del centro de Raqa, según el portavoz de la coalición, el coronel estadounidense Ryan Dillon.
“La coalición tiene una atención extrema en la preparación y en sus operaciones para asegurarse que no se inflija ningún daño a los civiles inocentes”, indicó a la AFP.
Pero esas precauciones “no son suficientes”, lamenta Nadim Houry, director del programa de Human Rights Watch sobre el terrorismo y contra terrorismo.
“Se podría salvar a los civiles. A veces significa que se debe desacelerar las operaciones, avanzar más lentamente, tomar más precauciones, quizás no utilizar una bomba masiva contra un francotirador”, estima.