El fuego causó 37 muertos en el centro y norte de Portugal, duramente golpeado por los incendios por segunda vez en cuatro meses.
Pero seis de siete personas dadas por desaparecidas la víspera fueron halladas sanas y salvas, anunció una portavoz de la Protección Civil, que censó también 71 heridos, de los cuales 16 en estado grave.
Casi 3.000 bomberos seguían movilizados para evitar que se reaviven algunos focos íneos, pero la Protección Civil no señaló ningún siniestro activo “importante” desde el amanecer. Los bomberos se vieron ayudados por la lluvia que cayó durante la noche.
Del otro lado de la frontera, el balance este martes era de cuatro muertos en Galicia, región vecina ubicada en el noreste de España, también muy afectada por los incendios forestales desatados el domingo, atizados por los vientos cálidos durante el pasaje ante las costas de la península Ibérica de la tormenta tropical Ophelia.
Esta cuarta víctima española era un hombre de 70 años, fallecido el lunes en Vigo, anunció la Jefatura de Policía de Galicia. Este martes de mañana, los servicios de emergencia habían levantado el nivel 2 de alerta, que se activa cuando el fuego amenaza viviendas.
– Bomberos fatigados –
En las aldeas de los alrededores de Penacova, a 230 km al norte de Lisboa, se intentaba recuperar la vida normal.
Algunos de sus habitantes regaban sus terrenos para evitar la reaparición del fuego. Otros se ocupaban de sus cultivos, intentando, por ejemplo, salvar los frutos de olivos en parte quemados por las llamas.
En los bosques de Arganil, situados también cerca de Coimbra, los bomberos continuaban lanzando agua en los flancos de una colina cubierta de cenizas negras, de donde se elevaban columnas de humo blanco.
Un comandante de una corporación de bomberos llegada desde Corucche (200 km al sur), explicaba a la televisión pública RTP: “Cayó mucha lluvia en la noche, pero no lo suficiente para extinguir por completo el fuego”.
El mayor problema que enfrentan, añadió, es la “fatiga física” de sus hombres, así como lo amplio del perímetro que intentan estabilizar.
Aún así, la lluvia caída durante la noche prácticamente puso fin a esta ola de incendios mortales, la segunda en cuatro meses. A mediados de junio, Portugal sufrió el incendio forestal más trágico de su historia, con un balance de 64 muertos y 250 heridos, cerca de Pedrogao Grande (centro).
A pesar de esta terrible experiencia, el drama volvió a sorprender desde el domingo a otras regiones boscosas en el centro y norte del país.
Desde este martes, Portugal observa tres días de duelo nacional, en tanto en Bruselas, todas las banderas de la Comisión Europea fueron izadas a media asta en homenaje a los muertos en los incendios en la península Ibérica.
El lunes por la noche, el primer ministro portugués, Antonio Costa, renovó su promesa de “pasar de las palabras a los hechos”, realizando “reformas profundas” en materia de equipamiento e infraestructura para luchar contra los incendios.
Desde comienzos de este año, quedaron calcinadas más de 350.000 hectáreas de vegetación en Portugal, cuatro veces la media de los diez años anteriores, según el sistema europeo de información sobre incendios forestales.