Karina Torres ha pasado más de siete años sin agua corriente en su casa de Calle Larga, un pueblo de la provincia de Petorca, en el centro de Chile. Enfrente, sin embargo, crecen en un oasis miles de hectáreas de aguacate.
Las lluvias del año pasado trajeron un poco de alivio. Ha vuelto a salir agua del grifo. Ya se pueden duchar y dar de beber a los pocos animales que sobrevivieron a la prolongada sequía.
Junto al cambio climático, la gente de esta comarca con clima subtropical situada 150 km al noroeste de Santiago culpa a las empresas agrícolas productoras, sobre todo de palta o aguacate, de haber generado el problema del agua.
Plantaciones sustituidas
Las tradicionales plantaciones de papas, tomates, árboles frutales, flores y hortalizas han sido sustituidas mayoritariamente por el árbol de aguacate o palto (Persea americana).
En la provincia de Petorca los cultivos de este “oro verde” se extienden por 16.000 hectáreas, según Rodrigo Mundaca, vocero nacional y fundador de Modatima, una organización de defensa del agua. En la década de 1990 no llegaban a las 2.000.
Cada hectárea de palto necesita unos 100.000 litros diarios, “equivalente al consumo de 1.000 personas”, agrega Mundaca.