Las pesadillas son, sencillamente, sueños angustiantes. Aparecen cuando nos encontramos en la fase de sueño más profunda, es decir, durante el movimiento ocular rápido o REM. Es en este instante donde las imágenes son más vívidas y físicas, ahí donde empieza a asomar el filo de la pesadilla. Dependiendo de cuánto tiempo estemos durmiendo, tendremos entre 4 o 6 ciclos de sueños por noche, entre los cuales, pueden surgir las pesadillas. Según los expertos, de hacerlo, aparecen justo en el último tercio del sueño.
Estamos seguros de que siempre recuerdas esa pesadilla que tanto pánico te produjo una vez. En especial cuando eras niño. Y es que, es en la infancia cuando más suelen abundar las pesadillas y cuando más nos impactan. Existe además otro dato a tener en cuenta. Para recordar una pesadilla debes despertarte en medio del sueño. Es decir, si enlazamos un ciclo tras otro sin despertarnos es probable que no los recordemos. También cabe decir que para la mayoría de la gente, las pesadillas no es algo especialmente traumático. El 85% de nosotros las consideramos normales.
El miedo y la ansiedad
Los médicos nos dicen que casi las 3/4 partes del contenido de los sueños nos provoca emociones negativas, y éstas, cuando son más intensas, se convierten en pesadillas. Cuando estamos sufriendo más estrés de lo normal en nuestra vida, cuando sentimos ansiedad o estamos preocupados por algo, es más habitual que las suframos.
Las pesadillas son representaciones oníricas de nuestros miedos. Imágenes surrealistas bajo las cuales, se esconden nuestros miedos y nuestras preocupaciones. Soñar que nos persiguen, que caemos al vacío, que sufrimos un accidente por ejemplo, encubren miedos personales y ansiedades de nuestra vida diaria. El cerebro traduce nuestro miedo interior en representaciones visuales encubiertas en nuestros sueños.
¿A qué edad se tienen más pesadillas?
Tal vez te sorprenda, pero es en la infancia y en la adolescencia cuando tenemos más pesadillas, en especial a partir de los 5 años. Las explicaciones al respecto se basan en que es durante esta etapa vital, cuando estamos en pleno proceso de aprendizaje, ahí donde pueden aparecer tensiones, ahí donde las nuevas experiencias, miedos o ansiedades vitales nos persiguen aún más en el mundo onírico. Una vez llegados los 25, el nivel de intensidad de las pesadillas desciende.
Factores externos
Seguro que te ha pasado alguna vez. Estar en la cama y notar cómo una almohada está tocándote la espalda, y, al cabo del rato tener una pesadilla con que “alguien” nos está arañando la espalda. Y es que, si durante el sueño hay algo que nos causa incomodidad, esto se puede traducir en una pesadilla. Escuchar ruidos, o incluso el estar resfriados y tener la nariz tapada, puede hacer que soñemos que nos estemos ahogando. El cerebro, esa máquina sofisticada y misteriosa, suele incorporar a su mundo todo estímulo que nos rodee en ese instante.