Cuando Kim Jong Un cruce la Línea de Demarcación Militar para asistir a la cumbre el viernes, va ser el primer gobernante de la dinastía en el poder en Pyongyang que pone un pie en Corea del Sur desde el fin de la guerra.
Sin embargo, su abuelo Kim Il Sung solía tener una casa de vacaciones allí.
Enclavada en un acantilado con vistas a una playa de arenas blancas de Hwajinpo, en la localidad de Goseong, a unos pocos kilómetros al este del fin de la Zona Desmilitarizada que divide la península, hay una pequeña casa de piedra rodeada de altos pinos.
Ahora es conocida como el Castillo de Hwajinpo, pero antes de la guerra, cuando todavía formaba parte de su territorio, la familia Kim pasaba las vacaciones en el lugar.
Afuera, una reproducción de una foto descolorida en blanco y negro muestra a cinco niños encaramados en los escalones de la entrada, entre ellos el padre y predecesor de Kim Jong Un, Kim Jong Il, que entonces tenía seis años.
Una placa de metal reza: “El lugar donde Kim Jong Il y su hermana Kim Kyong Hui fueron fotografiados en agosto de 1948”.
El condado de Goseong, junto con la franja que hoy conforma la provincia de Gangwon, perteneciente hoy a Seúl, formaban parte de los territorios del Norte cuando Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron dividir la península por el paralelo 38 después de que la rendición de los japoneses puso fin a la Segunda Guerra Mundial y terminó con el mandato colonial nipón sobre Corea.
Esta es una de las pocas zonas que cambió de manos en el brutal conflicto que se desarrolló entre 1959 y 1953, durante el cual murieron millones de personas y ahora forma parte de la provincia surcoreana de Gangwon.
Todavía quedan otros lugares con un legado similar, como un edificio de tres plantas en Cheorwon, al norte de Seúl, que ahora está vació pero que antes llegó a albergar la sede regional del Partido de los Trabajadores que concentra el poder en Corea del Norte.
“Durante cinco años, Corea del Norte gobernó esta zona cometiendo numerosos actos brutales como la tortura y el asesinato de personas”, reza un cartel.
La propiedad de Hwajinpo resultó con daños significativos durante la guerra, pero fue restaurada y utilizada como lugar de vacaciones para los soldados surcoreanos antes de la apertura del museo en 1999.
“El edificio es donde ellos se quedaban”, dijo el guía Ham Ji-su.
La azotea ofrece una magnífica vista al mar y dentro una humilde habitación, amueblada con una cama, un armario, una radio y un teléfono, que datan de la época en que era usada por la familia Kim muestra cómo era la vida entonces.
“Una lluvia de cohetes”
Kim Jong Il nunca volvió a pisar el sur del país, pero sí se reunió con dos presidentes surcoreanos en Pyongyang, en una cumbre con Kim Dae-jung en 2000 y en una reunión con Roh Moo-hyun en 2007.
Según sus biografías oficiales hechas en Corea del Norte, Kim Il Sung pasó por Seúl e incluso fue más allá en los primeros días de la Guerra de Corea, mientras sus fuerzas avanzaban hacia el sur.
En “la oscuridad de la noche” Kim cruzó el puente sobre el río Imjin en el coche “enfrentándose a una lluvia de cohetes y se dirigió a Comando del Frente en Seúl”, relató el libro oficial “Historia de las actividades revolucionarias del presidente Kim Il Sung”.
Después de la captura de Daejeon, según la versión del libro, “Kim Il Sung fue al frente en persona y comenzó la operación ofensiva de las unidades del Ejército Popular Coreano en su avance hacia el sur”.
En otra ocasión “fue a Seúl en persona para ocuparse del diario vivir de los ciudadanos, desde la entrega de alimentos y leña a la de los vegetales para el kimchi”, afirmó el texto.
En los años posteriores a la guerra hubo un intento de crear un culto a la personalidad en torno a Kim, por lo cual hay críticos que afirman que estos relatos pueden ser exagerados por lo que deben ser abordados con escepticismo.
El ministerio de la Reunificación dijo a la AFP que no tiene registros de las incursiones de Kim, pero no las niegan y los medios surcoreanos han descrito estos relatos como “no confirmados”.
Pero su nieto va a estar en una misión diferente cuando se reúna con el presidente surcoreano Moon Jae-in el viernes.
Pyongyang, que cuenta con armas nucleares pero que se enfrenta a la beligerancia del gobierno de Donald Trump y al duro impacto de las sanciones de la ONU por sus programa nuclear, inició una ofensiva del encanto en los últimos meses, cuyo último hito fue la promesa hecha el fin de semana pasado de suspender las pruebas nucleares y de misiles.
Las visitas al otro lado de la frontera son muy raras tanto como para los norcoreanos como para los ciudadanos del Sur.
A principios de la década de 2000, los turistas surcoreanos visitaban asiduamente los balnearios situados en torno al monte Kumgangsan hasta el deterioro de las relaciones en 2008.
A los ciudadanos de a pie norcoreanos casi nunca se les conceden permisos para visitar el Estado capitalista del Sur y los viajes se limitan a funcionarios de gobierno y atletas que asisten a eventos deportivos.
Pero la guía turística Ham espera que la cumbre pueda abrir una vía para que los norcoreanos visiten la antigua casa de Kim Il Sung, insistiendo que ésta no representaba la división de la península.
“Creo que es un símbolo de armonía”, dijo.
AFP