Éver Hugo Almeida afronta a los 70 años el reto de llevar al paraguayo Sol de América a los campeonatos internacionales, tras un extenso periplo como entrenador y antes como portero, que le configura como una leyenda del fútbol latinoamericano que seguirá activa mientras “tenga ganas”.
En el banquillo de la cancha de entrenamiento del club, en Villa Elisa (Gran Asunción), Almeida dijo que “algún día” se jubilará, pero que de momento esa fecha no parece haber llegado.
“Mientras que esté bien, que esté íntegro, que esté entero, que tenga ganas sobre todas las cosas, vamos a seguir”, aseveró en una entrevista a Efe.
La nueva etapa de Almeida en el “Danzarín”, la tercera pues ya dirigió a su plantel de primera división en las temporadas del año 2000 y de 1997-98, comenzó el domingo cuando fue presentado por los dirigentes del club después de que su antecesor, el argentino Fernando Ortiz, dimitiese tras la última derrota ante Libertad.
El veterano entrenador, nacido en Uruguay y nacionalizado paraguayo, se enfrenta a una difícil situación, con el conjunto azul en tercera posición por la cola de la tabla del torneo Clausura.
Almeida, no obstante, se muestra optimista sobre sus opciones y su objetivo es tratar de “conseguir un lugar en los campeonatos internacionales”.
Consideró que Sol de América “es un equipo que juega bien, pero ha tenido poca puntería en los momentos en que tenía que definir y eso le ha costado partidos”, por lo que estudiará la manera de obtener el mejor rendimiento de los jugadores “tratando de ubicarlos en su mejor posición”.
Y además, “sacándole” al plantel “esa presión, esa ansiedad extra” que tiene ahora para hacer su juego más eficiente, añadió.
Varios conjuntos latinoamericanos se acercaron a Almeida tras su salida del Municipal guatemalteco a finales de 2017, pero según explicó “nos costó decidir” y “en esas indecisiones perdimos” esas oportunidades, pero “decidimos esperar a ver si había alguna posibilidad” en Paraguay.
Su trayectoria le ha hecho pasar por la mayoría de los clubes de primera línea del país sudamericano como Olimpia, donde se consagró como arquero y consiguió los mayores éxitos, o el Nacional.
Una experiencia que, afirmó, no es determinante a la hora de planificar los partidos con su equipo actual, porque, por ejemplo, “Nacional ha cambiado todo su plantel” y Olimpia al que entrenó hace un año, “tiene un juego diferente”, aunque “sí mantienen cierta dinámica parecida a la que nosotros conocemos”.
El “profe” -como llaman en Paraguay a los entrenadores- expresó su “preocupación” por el mal momento que vive actualmente la selección paraguaya, a la que dirigió en 1999, ya que no consiguió clasificarse para el Mundial de Rusia de este año y está sin seleccionador desde diciembre pasado.
La Albirroja pasa, a su juicio “por un bajón muy pronunciado” porque “se ha tratado de cambiar el estilo de juego que tiene Paraguay” y “no ha resultado”, así que debe recuperar “sus raíces, su estilo y su manera de jugar”.
Entre 2010 y 2012 Almeida se hizo cargo también de la selección sub’20 de Guatemala, con la que vivió uno de los momentos “más alegres” de su carrera al clasificarla para el Mundial de Colombia 2011, “después de cien años”.
“Es la primera vez que he visto llorar a todo un estadio”, dijo Almeida orgulloso.
En cambio, su momento “más triste” fue la final de la Copa Libertadores de 2013 “cuando faltando un minuto para ser campeón nos hacen el gol, cuando pensábamos que ya lo teníamos”, lamentó, al recordar aquella fecha en la que el Olimpia que él dirigía se quedó sin su cuarta copa ante el brasileño Atlético Mineiro.
Aunque su espina clavada fue otra final, la Intercontinental que perdió como arquero del Franjeado en 1990 frente al AC Milán.
“Me quedé con esa espinita, como que nosotros podíamos más” y “siempre dije: algún día voy a volver acá, y me faltó un minuto”, terminó Almeida. EFE