Emiliano Sala esperó cerca del punto de penal y anticipó la trayectoria del balón. Se perfiló para pegarle un frentazo pegado al poste.
Iba a ser el último gol anotado por el delantero argentino.
Sala, quien marcó ese tanto para Nantes el 5 de diciembre en la victoria 3-2 ante Marsella, murió en un accidente de aviación en el Canal de la Mancha el mes pasado y su cuerpo fue recuperado del fondo del mar esta semana.
Sala viajaba de Nantes a Cardiff, donde iba a iniciar una nueva carrera en la Liga Premier inglesa. Tenía 28 años, la edad de apogeo para un delantero.
“Emiliano siempre estará en las leyendas que escrito la gran historia de Nantes”, dijo el club francés el viernes. “Hemos perdido a un amigo, un futbolista talentoso y un compañero ejemplar”.
Los hinchas del club atesoraron siempre la entrega de Sala al equipo.
Después de anotar ese último gol, su 12do de la temporada, Sala corrió hacia el sector de hinchas de Nantes que habían hecho un mosaico amarillo con sus camisetas y bufandas, detrás del arco. Brincó sobre los carteles de publicidad e infló su pecho frente a la masa de aficionados.
Varios hinchas lograron acercarse para abrazarle y el jugador con el número 9 en la camiseta les recibió con cariño.
En tributo a Sala, Nantes retirará la camiseta con el número 9 en honor a Sala, y se guardará un minuto de silencio en los estadios de Francia este fin de semana. Nantes recibirá Nimes el domingo.
Alto, fuerte y hábil en el juego aéreo, Sala tenía los atributos para destacarse en la Premier, una liga en el que el despliegue físico es importante.
También fue alguien leal, el motivo por el cual regresó a Francia para despedirse de sus compañeros. Muchos eran sus amigos.
Su gran corazón le pedía darle las gracias al técnico de Nantes Vahid Halilhodzic.
Aunque trabajaron juntos muy poco tiempo, apenas media temporada, el respeto mutuo creció rápidamente. Como un atacante solidario y combativo cuando jugó para Nantes al inicio de la década de los 80, Halilhodzic valoraba el oficio, intensidad y pura determinación de Sala.
“Incluso cuando lo sacaba al final de los partidos no musitaba una sola palabra”, dijo Halilhodzic, autor de más de 100 goles para Nantes y campeón de la liga en 1983. “Confiaba en mí. Conversamos a profundidad y teníamos una muy estrecha relación”.
Si bien el gol de Sala ante Marsella exhibió su pericia como centrodelantero _ propiciando que Cardiff rompiera su récord al desembolsar 17 millones de euros (19,3 millones de dólares) para ficharle _ su siguiente intervención en ese partido le mostró en su mejor expresión.
Luego que Marsella se puso al frente 2-1, Nantes empató al filo del descanso, y Sala fue el gestor del gol tras un balón alto colgado al área por el zaguero Nicolas Pallois, ahora de luto por su amigo.
Pese a tener a un defensor a sus espaldas, Sala logró dominar el balón con la pierna derecha, amansándolo con sorprendente habilidad para ser un jugador tan alto. Otros dos defensores trataron de cerrarle el paso, pero Sala insistió. Tras momentáneamente el balón, Salón estiró la pierna derecha para puntearlo a su compañero Abdoulaye Toure, quien definió con un disparo combeado desde el borde del área.
Esa fue la última asistencia de Sala, y perfectamente le definió como futbolista: recio, tenas, diestro, ingenioso y, quizás más que cualquier otra cosa, generoso.
La hinchada de Nantes le recordará este fin de semana, como lo hicieron al corear su nombre durante 90 minutos en un partido como local ante Saint-Etienne. El árbitro lo interrumpió a los nueve minutos para que la afición le aplaudiera. Se presumía que Sala estaba desparecido entonces, por lo que hinchas y familiares se aferraban a un hilo de esperanza.
Esa esperanza se ha desvanecido, pero el nombre y número de Sala perdurarán por siempre.