El presidente brasileño, Michel Temer, cuya popularidad es la menor para un jefe de Estado del país en décadas y que el mes pasado fue salvado por sus aliados en el Congreso de sufrir una investigación penal por corrupción, fue abucheado hoy al concluir un encuentro con exportadores.
Tras exponer las reformas que impulsa su Gobierno ante una platea compuesta por decenas de empresarios y estudiantes, el mandatario salió abucheado del Centro de Convenciones Sudamérica de Río de Janeiro y abrumado por gritos contra su Gobierno.
Durante su exposición durante la 36 edición del Encuentro Nacional de Comercio Exterior al menos una decena de asistentes al encuentro levantó carteles en los que se pedía la anticipación de las elecciones presidenciales o repetía el que ha sido el principal eslogan de sus opositores: “Fuera Temer”.
Esta fue la primera vez que el presidente de Brasil participó en una reunión con público en Río desde la votación de la semana pasada en que la Cámara de Diputados archivó la petición que la Fiscalía hizo para que la Corte Suprema le abriera una investigación penal por corrupción.
La denuncia tuvo que ser previamente analizada por la Cámara baja, que, por imperativos constitucionales, debe autorizar a la Corte Suprema a juzgar a un mandatario en ejercicio.
En la votación definitiva, 263 diputados rechazaron la denuncia frente a 227 que la avalaron, con lo cual la acusación quedó archivada y solo podrá ser retomada por los tribunales cuando el gobernante concluya su mandato, el 1 de enero de 2019.
Las acusaciones formuladas por la Fiscalía se fundamentan en testimonios de directivos del grupo cárnico JBS, que han confesado a la Justicia que sobornan a Temer a cambio de “favores políticos” desde 2010 y que incluso lo hicieron una vez que asumió el poder.
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La decisión del Congreso contradijo al 81 % de los brasileños que, según un sondeo del Instituto Ibope, apoyaba la posibilidad de que el presidente fuese enjuiciado penalmente por corrupción.
Las denuncias de corrupción contra el gobernante han contribuido a reducir su popularidad, hasta el punto que, según una encuesta publicada en julio también por el Ibope, tan solo el 5 % de los brasileños aprueba el Gobierno, el menor porcentaje desde que Brasil recuperó la democracia en 1985.
Las manifestaciones de rechazo este miércoles en Río de Janeiro se produjeron tras un discurso en que Temer dijo haber vencido varias de las dificultades que amenazaban el futuro de los brasileños, como el descontrol en los gastos públicos, la inflación disparada, los altos intereses y el desempleo “alarmante”.
“La inflación está nuevamente bajo control. Hace unos días, en una entrevista a un periódico, decía que la inflación estaba en el 3,5 % anual, y la propia reportera me corrigió: el 3 %. La tasa Selic (de interés) volvió a un dígito, la recogimos a 14,25 % anual cuando comenzó nuestro gobierno, hoy está al 9,25 % y todo indica que para fin de año estará en el 7,5 %”, afirmó.
El mandatario aseguró que su Gobierno ha avanzado mucho pese a que es imposible “vencer en una sola noche todo el atraso de más de una década”, en referencia a las gestiones del socialista Partido de los Trabajadores (PT), primero con Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y después con Dilma Rousseff (2011-2016).
Agregó que la economía brasileña creció un 1 % en el primer trimestre de 2017 tras dos años que hundieron a Brasil en la mayor recesión en su historia.
“La composición de nuestras importaciones, con insumos para agricultura e industria, al mismo tiempo refleja la reanudación del crecimiento y contribuye a impulsarla. Son conquistas que no surgen del azar, resultan de una corrección de rumbo, resultan del dinamismo de nuestra sociedad, resultan de nuestra determinación colectiva de hacer lo que hay que hacer”, agregó.
Temer fue abucheado incluso después de desmentir la información divulgada la víspera por algunos de sus colaboradores en el sentido de que el Gobierno estudia elevar el impuesto sobre la renta.