Ahí hay trabajadores, estudiantes en uniforme gris, familias que salen de la estación con sus maletas, mujeres que se cobijan bajo paraguas de un sol aún abrasador de este final de verano.
“La fe del revolucionario es inmutable, incluso en la muerte” recuerda ante todo un mensaje inscrito sobre un fondo rojo.
La Televisión central coreana es una de las mejores cajas de resonancia para celebrar las obras del líder supremo, como es conocido Kim Jong-Un en la República popular y democrática de Corea (RPDC), nombre oficial de Corea del Norte.
Pero este viernes por la mañana, el Rodong Sinmun, órgano oficial del Partido de los trabajadores en el poder, y la agencia oficial KCNA, ya habían informado de la mordaz parrafada de Kim contra Donald Trump, el “senil norteamericano mentalmente trastornado”, tras las amenazas del presidente estadounidense en la tribuna de la ONU.
En la plaza de la estación, la expectativa de los telespectadores es inmensa.
Aparece entonces la presentadora favorita del régimen, la septuagenaria Ri Chun-Hee, a la que se recurre para los grandes acontecimientos, que se trate de ensayos nucleares o de fallecimientos en la dinastía de los Kim.
Esta vez, no hay anuncio. La presentadora se ha limitado a leer la declaración de Kim Jong-Un, con una foto de fondo del dirigente en su oficina del Comité central del partido de los trabajadores.
– ‘Trump está loco’ –
“Un perro asustado ladra aún más fuerte” lee la presentadora Ri, mientras crece la muchedumbre frente a la estación de tren. El dirigente norcoreano explica en su texto que Donald Trump pagará “caro” por haber amenazado a Corea del Norte con una “destrucción total”.
A diferencia de la mayoría de las declaraciones en la televisión, que se concentran más en gobiernos que en personas, ésta sorprende por su condena directa del presidente norteamericano, calificado de “neófito en política” o de “herético”.
“Trump ha puesto nervioso al mundo con sus amenazas y su chantaje contra todos los países del mundo” ataca Kim.
“Es inapto para ejercer el mando supremo de su país, y desde luego es un granuja y un gángster al que le gusta jugar con fuego, y no un hombre político”, prosigue.
Kim Jong, pese a ser uno de los más jóvenes dirigentes del mundo y tener menos de la mitad de años que Trump, tiene una mayor experiencia política puesto que dirige Corea del Norte desde hace seis años.
“Es como si (Kim) lo mirara (a Trump) desde arriba, explicándole que no se puede hablar así ante Naciones Unidas” explica John Delury, de la Universidad Yonsei en Seúl.
Y este discurso, para el público de Pyongyang, es necesariamente inspirador.
Sobre todo porque hay una estricta prohibición en Corea del Norte de difundir publicaciones extranjeras. Solamente las informaciones aprobadas por el régimen son autorizadas, y en ellas el régimen intenta implantar la idea de que el país corre el riesgo de ser invadido por Estados Unidos, y por tanto debe desarrollar un arsenal nuclear para protegerse.
“Hay que tratar a golpes ese perro loco” dice de Trump Kim Kwang-Hyok, un obrero de la construcción, que cierra el puño tras haber escuchado la intervención televisada.
Los norcoreanos de Pyongyang comparten sistemáticamente sus opiniones con el régimen, cuando hablan con los medios extranjeros.
Ryu Ri Hwa, de 74 años, dice sentir una “indescriptible cólera”.
“Tenemos el arma nuclear, y por ello tengo confianza. Podemos ganar 100 veces, 1.000 veces la guerra mientras tengamos a nuestro líder”, asegura. Y añade: “Trump es un loco, un loco, un loco que no sabe nada”.