En el extremo noreste de Corea del Norte, donde este aislado país comparte frontera con los gigantes ruso y chino, las sanciones impuestas por la ONU contra su programa atómico dejan sentir sus efectos.
Y con la amenaza de nuevas represalias tras el último disparo de un misil balístico intercontinental realizado por Pyongyang, la situación no debería mejorar en la recóndita Zona Económica Especial (ZEE) de Rason.
Rason es uno de los grandes proyectos de desarrollo del régimen norcoreano, que intenta explotar su proximidad geográfica con China, Rusia y el Pacífico.
Lanzada oficialmente en 1991, la ZEE, primera de este tipo, no despegó realmente hasta hace unos años.
Para atraer a las empresas extranjeras, se aplican facilidades de visado y ventajas fiscales y jurídicas. Las compañías pueden establecer aquí filiales al 100%, sin necesidad de asociarse con un inversor local.
Pero Pyongyang está afectado por ocho series de sanciones de Naciones Unidas: las exportaciones de carbón norcoreano están prohibidas -el combustible se acumula en el puerto de Ranson-, al igual que las de mineral de hierro y productos del mar.
Durante años, el carbón aportó grandes recursos a Pyongyang. China, principal aliado y socio económico de Corea del Norte, importó 22 millones de toneladas en 2016 por casi 1.200 millones de dólares. Hoy asegura haber cesado.
La última resolución adoptada en septiembre tras el sexto ensayo nuclear norcoreano prohíbe a Pyongyang exportar sus textiles y reduce su abastecimiento de petróleo.
Sanciones de ONU contra Pyongyang incluyen armas, carbón, hierro, pesca.
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– ‘Afecta a nuestras ventas’ –
“Hay un impacto”, reconoce Han Yue, subdirector de la cementera china Rason Songsin Building Materials. “Hay muchas cosas que ya no podemos importar de China debido a las sanciones”, explica.
A China se le acusa desde hace tiempo de no aplicar las sanciones contra su vecino y aliado. Pero para Han, la política de Pekín ha frenado la construcción y el desarrollo en Rason.
“Esto afecta a nuestras ventas. Debido a las sanciones, este año solo hemos realizado de momento el 70% de nuestra producción de 2016”.
Cho Bong-hyun, director del Instituto IBK de Investigación Económica en Seúl, considera probable que unas sanciones más duras asesten “un duro golpe” a la ZEE de Rason. “Será difícil aplicar los proyectos norcoreanos para desarrollar estas zonas”.
Más de 5.000 hombres de negocios extranjeros, 80% de ellos chinos, trabajan en Rason. Pero algunos se fueron, reconocen en privados responsables locales.
Pai Yuenlong vende zapatos en Corea del Norte desde hace 10 años. “Por supuesto que hay un impacto. La gente no tiene dinero, consume poco. Tengo unas enormes existencias, no podría cambiar de actividad aunque quisiera”.
Pese a todo, Pyongyang afirma que no se plegará y trabaja duro para minimizar los efectos de las sanciones.
De momento, se invirtieron casi 600 millones de dólares en la ZEE, un tercio por Corea del Norte, el resto por inversores extranjeros, afirma Kim Yong-Nam, director de la oficina de cooperación económica del gobierno local de Rason.
“Las sanciones tendrán poco impacto”, asegura. “Tengo más de 50 años y oigo la palabra ‘sanción’ casi desde que nací pero sigo vivo y con buena salud”, afirma.
“Nosotros los coreanos, sabemos cómo sobrevivir a las sanciones”, agrega. “No somos una lata de aluminio que se puede aplastar. Somos más bien como el acero, que se refuerza cuando lo golpean”.
Con información de la agencia: AFP
Merkel, Macron y Gentiloni piden "sanciones europeas más duras" contra Pyongyang.
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