Una calle de una ciudad del nordeste de Brasil, una de las regiones más pobres y olvidadas del país, se vistió de azul y blanco y anunció su apoyo a Argentina en el Mundial de Fútbol de Rusia 2018 en protesta por la corrupción, la crisis económica y la desilusión que dejó la Canarinha en 2014.
En momentos en los que las calles de varias ciudades del gigante sudamericano se visten de verde y amarillo en apoyo a su selección para el Mundial, una vía de Teresina, la capital del estado de Piauí, protesta icónicamente con muros albiazules y voltea su afición hacia Argentina, eterno rival de Brasil en las canchas.
Los habitantes de la calle 8, ubicada en el barrio Real Copagre, recogieron dinero para adornarla de blanco y azul, tras la desilusión que les causó la goleada 1-7 de Alemania en las semifinales, que dejó a la Canarinha sin la copa en su propia casa.
“La idea surgió poco después de que Brasil perdió la última Copa del Mundo en casa, por 7 a 1, ahí decidí cambiar la hinchada, y ahora vamos a apoyar a Argentina”, dijo Raimundo Júnior, de 25 años, líder de esta protesta icónica en declaraciones a los medios.
La corrupción que dio paso a una crisis política sin igual, tras la trama desvelada por la operación Lava Jato en la estatal petrolera Petrobras, y la crisis económica que sumió al país en una profunda depresión, que ha elevado los índices de pobreza y desempleo, fueron otros motivos para la protesta de esta comunidad.
Con un presupuesto de 300 reales (unos 81 dólares) vecinos compraron las pinturas y se arremangaron la camisa por tres semanas para dar vida a la calle con el albiceleste tradicional de la bandera gaucha.
Vías aledañas mantienen su corazón con la Canarinha y se vistieron de verde y amarillo para apoyar a su selección. Igual ocurrió con el bar de doña Silvia, que en medio de los muros albiazules de la calle 8, negó el apoyo a los argentinos y se puso la camiseta de Brasil con la que espera el comienzo del Mundial.