Desde el comienzo del Mundial de Rusia hasta la eliminación de Argentina transcurrieron dieciséis días en los que las ilusiones de la hinchada celeste y blanca reposaron sobre una única certeza: Leo Messi.
Su nombre llenó camisetas, pancartas y letras de canciones; despertó sueños y agitó un entusiasmo desmedido, acallado definitivamente este sábado con la eliminación del equipo sudamericano en los octavos de final.
La osadía de Kilian Mbappe destapó viejas carencias que durante mucho tiempo la genialidad del ’10’ disimuló. Un triplete suyo en Quito salvó el honor y la historia cuando se advertía la ausencia de la Albiceleste en esta cita mundialista.
En Rusia, con un gol y dos asistencias en cuatro partidos, no pudo, sin embargo, extinguir más urgencias.
Al equipo que dirige Jorge Sampaoli le falta vigor y fútbol, más allá del fanatismo que pueda despertar el astro rosarino, apagado, simplón y dubitativo sin el sustento del colectivo.
El técnico de Casilda reconoció la dificultad de “estar a la altura de un jugador diferente como Leo, que es un farol, un indicativo para todos”.
“Hay jugadores que lo entienden bien por afinidad y por el paso del tiempo y otros a los que le llevará más tiempo”, consideró.
Finalista de tres Copas América (2007, 2015 y 2016) y de un Mundial (2014), Leo Messi fue quien pidió rebajar las pretensiones antes del partido inaugural al apuntar a las semifinales y no al título. El irregular rendimiento del equipo acabó por dar validez a sus dudas: el vaivén de técnicos, la crisis institucional en la Asociación del Fútbol Argentino y la pérdida de identidad terminaron por ser un lastre tan pesado que ni siquiera él -elevado en las últimas semanas a la categoría de “genio” y “prócer”- pudo levantar.
No pareció siquiera disfrutar de un torneo que le sobrevino en plena madurez (31 años), después de cerrar el curso como máximo realizador en Europa. Con la camiseta y el brazalete de Argentina sus estadísticas y su rendimiento decaen hasta el punto de no reconocerse en él a la figura del Barcelona.
Es el máximo realizador histórico con su país y con su club; pero mientras que con el Barcelona puede lucir en momentos trascendentales, con Argentina no lo ha conseguido aún.
En las rondas eliminatorias de Mundiales -entre los octavos y la final- no ha metido un solo gol pese a intentarlo durante 756 minutos en los torneos de 2006, 2010, 2014 y 2018.
Los últimos 90 fueron, además, condenatorios. Asistió a Gabriel Mercado para que la selección argentina tomase momentáneamente ventaja (1-2), pero su postrero servicio a Sergio Agüero solo valió para calmar la derrota (4-3).
El adiós de Argentina fue el adiós de Messi. Tras verlo otra vez negado con la camiseta celeste y blanca, la hinchada que tanto le idolatra se pregunta si todavía querrá volver a intentarlo en 2022.
Fuente: EFE Deportes