La revista National Geographic publicó lo que podría ser uno de sus mejores reportajes de este año: la historia de Katie Stubblefield, una joven que quería suicidarse pero terminó destruyendo su rostro. Ahora se ha convertido en la receptora de trasplante de cara más joven en la historia de Estados Unidos.
El traumatismo de cara de Katie ocurrió el 25 de marzo de 2014, cuando Katie tenía 18 años, por un disparo de bala autoinfligido. La joven recibió un trasplante total de cara que comenzó el 4 de mayo de 2017 y que duró 31 horas. En ese entonces, Katie ya tenía 21 años, convirtiéndose en la receptora de trasplante total de cara más joven de Estados Unidos.
Intento de suicidio
Esta cirugía tiene como finalidad restaurar la estructura de la cara y las funciones de Katie, como masticar, respirar y tragar, que se perdieron en una grave herida de bala, el inquietante resultado de un intento de suicidio cuando era adolescente.
Ahora, Katie espera mejorarse para crear conciencia sobre los daños duraderos del suicidio y el valioso valor de la vida.
Ella aparece en la portada de la revista National Geographic, que se estrenó el martes, en un artículo titulado “La historia de un rostro” y en el documental de larga duración de National Geographic “La cara de Katie”.
Katie narra que quiso quitarse la vida debido a una traición en una relación sentimental, además de algunos problemas familiares.
Ese 25 de marzo de 2014, su hermano mayor, Robert Stubblefield, escuchó el disparo y la encontró en un baño en su casa en Mississippi. Katie no recuerda ese día trágico cuando perdió la cara. Ella ha dicho que no recuerda gran parte de ese año, incluida la hospitalización en Oxford, Mississippi; siendo trasladada a otro hospital en Memphis, Tennessee; y luego fue transferida a la Clínica Cleveland en Ohio, donde se sometería a un trasplante de cara tres años más tarde.
Fue en Memphis donde los padres de Katie, Robb y Alesia, escucharon el término “trasplante de cara” por primera vez.
“Hubo un cirujano traumatólogo de mayor edad que básicamente nos dijo: ‘Es la peor herida que he visto en su tipo’, y dijo: ‘Lo único que puedo pensar que realmente le daría vida funcional nuevamente es un trasplante de cara “, dijo Robb.
Cuando a Katie le dijeron más tarde sobre el posible procedimiento, estaba igual de aturdida.
“No tenía idea de qué era un trasplante de cara”, dijo Katie. “Cuando mis padres me ayudaron a explicar todo, estaba muy emocionada de volver a tener una cara y tener otra función”.
En marzo de 2016, Katie fue incluida en la lista de espera para un trasplante de cara. Catorce meses después, se encontró un donante: Adrea Schneider, una mujer de 31 años que murió de una sobredosis de drogas.
“Puedo tocar mi cara ahora, y se siente increíble”, dijo Katie, que todavía tiene dificultades para hablar claramente.
Katie planea ir a la universidad en línea pronto, posiblemente seguida de una carrera en consejería y discurso motivacional. Ella espera crear conciencia sobre el suicidio y la prevención del suicidio.
Fuente: National Geographic