Hoy se cumplen 30 años del debut en Primera División del “Bati”, segundo máximo anotador en la historia de la Selección Argentina.
Goleador. Ese es el principal adjetivo para describir a Gabriel Batistuta, delantero que durante toda su carrera maravilló por su gran capacidad para convertir tantos, ya sea en los clubes que jugó como en la Selección Argentina.
Nacido en Reconquista, Santa Fe, el “Bati” llegó a las divisiones inferiores de Newell’s de la mano de Jorge Griffa. En 1988, en un encuentro ante San Martín de Tucumán, José Yúdica lo hizo debutar en Primera División. Desde aquel día, su potente y certero remate se hizo presente en el fútbol argentino. Tras un breve paso por River, llegó a Boca, donde formó una recordada delantera junto con Diego Latorre.
Sus grandes actuaciones le permitieron ser convocado a la Selección Argentina, donde se convirtió en un referente histórico y generó un antes y un después en el conjunto nacional a partir de sus goles. Se consagró campeón en dos oportunidades de la Copa América (1991 y 1993), de la Copa Rey Fahd 1992 (actualmente Copa Confederaciones) y de la Copa Artemio Franchi de 1993. Participó de tres mundiales (Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Corea/Japón 2002), y en todos convirtió. Con diez tantos, es el máximo goleador argentino en copas del mundo. Además, con 56 goles, es el segundo mayor anotador en la historia de la Selección, sólo superado por Lionel Messi.
Luego de su destacada actuación en la Copa América de Chile 1991, fue vendido a la Fiorentina. Allí, continuó creciendo como goleador y, durante aquella etapa, fue considerado como uno de los mejores delanteros del mundo. Con el conjunto de Florencia ganó la Serie B, la Copa Italia y la Supercopa. Luego pasó por la Roma (obtuvo una Seria A y una Supercopa de Italia) y se retiró en el Al-Arabi SC, de Catar.
El “Bati”, un goleador de raza. Un ídolo popular, querido por todos los hinchas del fútbol argentino, más allá del color de camiseta. (AFA)