En enero pasado, Leigh Ford, de 45 años de Blackpool, Inglaterra, hizo varias llamadas frenéticas a su compañera embarazada Zoe Doyle, diciéndole que había sido secuestrado, y que iba a ser torturado a menos que ella transfiriera todo el dinero que tenía a la cuenta bancaria de los secuestradores.
“Al principio, pensé que estaba bromeando”, dijo Zoe, de 35 años . “Pero parecía realmente asustado. El teléfono se apagó y luego volvió a sonar. Pude oír a los hombres gritar en el fondo, amenazando con romper las piernas de Leigh y arrojarle agua hirviendo. Amenazaban con mutilarlo, cortarle los genitales, y yo estaba aterrorizada”.
Leigh siguió gritando y rogándole a su novia, que estaba embarazada de 35 semanas en ese momento, que cumpliera con las demandas de los secuestradores, por lo que transfirió todo el dinero que tenía (USD 105), en la cuenta bancaria provista, antes de alertar a las autoridades. Un helicóptero y un negociador de rehenes entrenado fueron convocados para lo que parecía ser una situación complicada, pero nadie volvió a llamar hasta la mañana siguiente, cuando el propio Leigh llegó a casa como si nunca hubiera sucedido nada.
La policía lo estaba esperando y, después de hacerle algunas preguntas, lo arrestaron por malgastar el tiempo y los recursos de la policía. Al principio, el hombre de 45 años siguió mintiendo sobre lo que realmente había sucedido, pero luego de que se le mostraran un video de seguridad de él y sus amigos saliendo de una tienda, y cargando una importante cantidad de botellas, confesó haber inventado todo el secuestro.
“Apareció en la corte al día siguiente y me quedé atónita cuando escuché la verdad. No podía creer que Leigh hiciera eso. Había desperdiciado todos esos recursos policiales. Me había hecho pasar un infierno” dijo Zoe. “Lo tonto fue que era su propio dinero. Podría haberlo gastado si hubiera querido. Simplemente no tiene sentido”.