Miles de mexicanos conocieron hoy el lujo y opulencia de Los Pinos, la residencia de los presidentes de México durante 80 años que era inaccesible hasta su apertura hoy como un centro cultural.
“Para mí, Los Pinos eran un lugar inaccesible, prohibido, donde se acumulaba el poder, completamente restringido” comentó a Efe Adriana Muñoz, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la máxima casa de estudios de México.
Las puertas del ahora flamante centro cultural fueron abiertas una hora antes de la toma de posesión del nuevo presidente, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien en su discurso inaugural reiteró que no pisaría Los Pinos y que vivirá en Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo de México.
“Me parece fascinante que pueda entregar (López Obrador) al pueblo un lugar donde seguramente se tejieron mil historias e intrigas políticas”, apuntó Alberto, un psicólogo que acudió a la exresidencia presidencial.
Amira, administradora y esposa de Alberto, dijo que le gustaba que Los Pinos sea ahora “un lugar cultural para la gente” y también el hecho de que un presidente “pueda vivir en una casa pequeña”, en alusión a la decisión de López Obrador de no ocupar este complejo de 56.000 metros cuadrados.
El último acto oficial celebrado en Los Pinos fue la recepción del presidente Enrique Peña Nieto al rey Felipe VI de España, la noche del 30 de noviembre.
“Bienvenido pueblo de México a Los Pinos”, señalaba el letrero blanco sobre setos verdes que las autoridades culturales colocaron en la rotonda de Francisco I. Madero, en cuyos límites tocaba música una orquesta infantil.
Dos pantallas gigantes de televisión fueron instaladas en Los Pinos para la transmisión de la toma de posesión este sábado de López Obrador, cuyas frases de discurso fueron apoyadas incondicionalmente por los visitantes.
Guías con camisetas que mostraban la imagen del ahora centro cultural explicaban las instrucciones para entrar y conocer las residencias, los jardines y el llamado paseo de los presidentes, que tiene estatuas de todos los mandatarios que la usaron como residencia.
Pisos de mármol, escalinatas lujosas, museos militares, salas de juntas, cajeros de banco, una sala de cine y un “cuarto de guerra” de la época del presidente Felipe Calderón, fueron recorridos por los primeros visitantes.
Los exteriores estaban libres de la férrea vigilancia militar y sin las vallas metálicas que controlaban los accesos; además se abrió un paso peatonal en la avenida Parque Lira y se colocaron decenas de flores de nochebuena en las rejas metálicas.
Los interiores todavía son custodiados por miembros de la antigua guardia presidencial, que antes de abrir las puertas retiraron un letrero que decía “Prohibido el paso”.
“Es una oportunidad que se abra este espacio a los ciudadanos y que se dedique a la cultura y el esparcimiento de la sociedad mexicana”, dijo Mario Alberto Ceja, estudiante de UNAM y que como centenares de visitantes llegó a conocer la intimidad presidencial.
“Para mí, representa historia, una larga historia y una larga tradición; cómo se fue formando el país y las instituciones de México, conocer y recorrer los bustos de presidentes y personajes históricos”, consideró.
El presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) estableció el rancho de la Hormida como residencia oficial y la nombró Los Pinos en recuerdo de una finca con ese nombre que tenía en el estado occidental de Michoacán en donde conoció a su esposa Amalia Solórzano.
Cárdenas rehusó vivir por ostentoso en El Castillo de Chapultepec, que sirvió de residencia de los gobernantes de México tras el triunfo del bando liberal en la guerra contra los conservadores y el imperio francés.
La apertura de Los Pinos al público en México solo puede ser comparado con la situación de la Revolución de 1910, cuando los campesinos tomaron las haciendas y conocieron el boato de los terratenientes y que se reproduce en muchas películas sobre esta época.
El complejo de Los Pinos, en el histórico Bosque de Chapultepec, comprende una superficie de 56.000 metros cuadrados y es catorce veces más grande que la Casa Blanca, residencia del presidente de Estados Unidos. EFE