El martes fue un día trágico para la institución del Barcelona. Una derrota de gran magnitud tendrá efectos colaterales. Para colmo, luego del encuentro frente al Liverpool, el bus del equipo azulgrana emprendió su viaje hacia el aeropuerto sin su capitán, Lionel Messi.
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Finalizado el partido, Messi, que no gravitó como lo hizo en el Camp Nou, le tocó el control de antidoping. Al parecer, de acuerdo a fuentes españolas, el proceso médico demoró más de la cuenta, por lo que el transporte oficial azulgrana se fue del estadio camino al aeropuerto sin su estandarte.
No se sabe si la “pulga” no quería volver o el bus no lo quiso esperar. Suspicacias que alimentan y condimentan, posiblemente, el mayor fiasco en la vida deportiva barcelonista.
La cara de Leo Messi al pasar por la zona mixta de Anfield. @ellarguero pic.twitter.com/NVrz8DG8Zm
— Adrià Albets (@AdriaAlbets) 7 de mayo de 2019
Luego del protocolo clínico, Lionel se retiró de Anfield con la cabeza hacia abajo, el peso de la derrota sobre sus hombros, sin mediar palabras con la prensa y desconsolado se unió con sus compañeros para retornar a Cataluña.
El Liverpool ganó sin sus figuras
Todos los culés ya se imaginaban en el Wanda Metropolitano levantando una nueva orejona. Pero los partidos hay que jugarlos y ganarlos. La diferencia sustancial de tres goles en el partido de ida no fue suficiente para sentenciar la clasificación a una nueva final de Champions League.
Barcelona desde el primer minuto no inició bien. Estas fueron las consecuencias por las cuales el Liverpool hace historia con la remontada.
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— Emisoras Unidas (@EmisorasUnidas) 7 de mayo de 2019
Sin sus principales figuras y garantes de goles, Salah y Firmino, en la ciudad de los Beatles todos se preguntaban quién haría los tantos. En una muestra de carácter y personalidad de equipo, errores defensivos del Barça, al unísono el “nunca caminarás solo” posibilitaron la epopeya; un histórico 4-0 para meter al Liverpool en su novena final del máximo torneo europeo por excelencia.