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Fundación patrocina proyectos de arte, educación y ambiente en Guatemala

La historia de la Fundación Nuevas Raíces comienza gracias a la visión educativa de la artista guatemalteca Lissie Habie.

La Fundación Nuevas Raíces arriba a 20 años de labores en el país. Una organización sin fines de lucro que a través de la creación de espacios de apoyo a la cultura,  la reforestación y agricultura, impulsa el arte, la educación y el desarrollo sostenible.

Esto en el afán de propiciar un impacto directo y positivo en la vida de artistas, jóvenes líderes y sus comunidades, en los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Huehuetenango; resultado de  la iniciativa de sus fundadores, los esposos Lissie Habie y Mitchell Denburg, director ejecutivo.

Nuevo espacio cultural

Uno de sus proyectos más próximos es la apertura de un nuevo espacio cultural en febrero de 2019. Se llama La Nueva Fábrica y está enfocado en brindar apoyo a la exploración creativa. Ubicado frente a la plazuela central de la aldea Santa Ana, Antigua Guatemala, La Nueva Fábrica funciona desde hace cinco años como un punto de convergencia que patrocina a varios artistas plásticos nacionales y extranjeros, a través de los programas de residencia, talleres y estudios multidisciplinarios.

A esta iniciativa se sumará la nueva galería que cuenta con un área de 750 metros cuadrados para salas de exhibición y eventos, talleres privados, estudios y archivo fotográfico.

Las distintas líneas de trabajo desarrolladas a través de dos décadas han dejado huella. Estas contemplan el apoyo a artistas locales como Antonio Pichillá y Benvenuto Ch’ab’aqj Jaay, quienes formaron parte de sus programas de residencia.

El objetivo de este programa es que tanto artistas emergentes como ya establecidos, curadores, académicos o estudiantes; cuenten con la posibilidad de explorar en nuevas expresiones creativas, ofreciéndoles vivienda y estudios privados para trabajar.

“A través de este programa, proporcionamos a los artistas el tiempo, el espacio y el apoyo financiero para realizar proyectos, habilitando un entorno de colaboración e intercambio. La residencia está ubicada en una fábrica textil, un hábitat que facilita un mundo de posibilidades creativas y permite que las ideas se desplieguen de maneras inesperadas. De allí que las ideas más interesantes surgen cuando los artistas caen en el ritmo de la fábrica y sus peculiaridades y suspenden la incredulidad el tiempo suficiente para imaginar una forma diferente de hacer las cosas”, afirma Jamie Denburg, directora de arte y cultura.

Una visión integradora

La historia de la Fundación Nuevas Raíces comienza gracias a la visión educativa de la artista guatemalteca Lissie Habie (1954-2008), quien se dio cuenta de la necesidad de  educar a un grupo de menores guatemaltecos en situación de riesgo. Fue así como en 1998 nace la escuela Creceré en Antigua Guatemala, la cual dio inicio con 10 niñas. Los cambios positivos provocados en este primer proyecto educativo, motivaron a Habie y Denburg a continuar y ampliar sus planes a una escala mayor; esta vez con una visión hacia la agricultura sostenible y reforestación, que beneficiara a algunas de las comunidades más alejadas del país.

Fue así como surge un sueño más amplio, resultado de una confluencia de casualidades y compromiso. El hallazgo de una laguna paradisíaca, conocida como Laguna Brava (Yolnabaj), en Nentón, Huehuetenango, motivó a los esposos Denburg a visitar la zona con la idea de protegerla de la agresiva deforestación que atravesaba y salvar el manto de agua. Era el año 2000, para entonces se percataron de que era una región que sobrevivía con varios grupos de retornados después del conflicto armado.

“Encontramos que quemaban el bosque para sembrar maíz, pero los suelos no los favorecían. Quería ayudarlos y me di cuenta que la siembra de árboles de maderas finas les permitirían inscribirse en los programas de Pinfor y luego Probosque”, cuenta su director ejecutivo. A partir de entonces, Fundación Nuevas Raíces ha apoyado a cerca de 22 comunidades de esta zona, plantando un estimado de 700 mil árboles y reforestado 650 hectáreas de tierra, la cual goza incluso de especies endémicas de flora y fauna.

Se expande al Sur

El interés de continuar con los proyectos agrícolas, motivó a Denburg a expandir su labor en la región de la Costa Sur, específicamente en las comunidades de San Andrés Osuna y San Vicente Los Cimientos, en Siquinalá, Escuintla. Con el tiempo, sus pobladores se han convertido en aliados de la producción forestal y el cultivo de cacao orgánico, el cual ha logrado ser auto-sostenible, además de incentivar el liderazgo entre los jóvenes de la comunidad.

Denburg comparte cuatro valores que considera han sido el motor de sus acciones: el primero es  el capital social para forjar conexiones colaborativas; la empatía y el respeto por las diferencias, a esto une la capacidad de investigar el pasado y conectar la historia con la vida y cultura de las personas; y por último, el compromiso con el futuro.

La visión filantrópica de Fundación Nuevas Raíces no cesa. “Sueño con lograr un impacto que cambie las vidas de artistas, jóvenes líderes y las comunidades donde trabajamos. En suma, una Guatemala más creativa, educada y próspera”, afirma su director ejecutivo.

Con información de Ana Lucía González

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