Una visita de rutina al centro aduanal se convirtió en el punto final de la historia de Gladys y Nelson González, una pareja colombiana que vivió más de tres décadas en los Estados Unidos (EE . UU). La deportación de ambos ha conmocionado a la comunidad latina, ya que, tras ser detenidos por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), fueron enviados de vuelta a su natal Colombia sin poder llevarse consigo a sus tres hijas, quienes nacieron y crecieron en suelo estadounidense.
El 18 de marzo de 2024, Gladys y Nelson regresaron a Colombia. Stephanie González, una de sus tres hijas, comentó en entrevista con CNN que, a pesar de la difícil situación, tanto ella como sus hermanas Gabby (23) y Jessica (33) se han mantenido al tanto del caso de sus padres, quienes se encuentran bien. La familia ha seguido de cerca el proceso legal que enfrentaron ante ICE, que comenzó el 21 de febrero de 2024, cuando la pareja acudió a un centro aduanal para regularizar su situación migratoria.
La trágica visita de rutina
Gladys, ama de casa de 55 años, y Nelson, asistente de laboratorio de 59, se presentaron ante las autoridades migratorias con la esperanza de resolver su estatus legal en los Estados Unidos. Sin embargo, lo que parecía ser un simple trámite se convirtió en una pesadilla. Fueron esposados y llevados a una cárcel de migrantes en San Bernardino, donde permanecieron incomunicados durante dos semanas. La pareja había logrado extender su permiso cada año, pero las autoridades les informaron que su estancia había expirado y no había base legal para su permanencia en el país.
A pesar de la adversidad, la religión de Gladys y Nelson fue clave para que pudieran resistir el encierro. La pareja llegó a los Estados Unidos en 1989, y tras pasar por San Diego y Tijuana, su visa expiró. En varias ocasiones, fueron instados a autodeportarse, pero decidieron luchar por regularizar su estatus, sin éxito.
El último destino en EE. UU.
El 13 de marzo, Gladys y Nelson fueron trasladados al centro de detención de Luisiana, que se ha convertido en una de las principales instalaciones para las deportaciones bajo la administración del presidente Donald Trump. La política migratoria de Trump ha mantenido una postura firme en cuanto a las deportaciones, sin importar el estatus o la nacionalidad de las personas.
La historia de los González es solo una de las muchas que reflejan el impacto de las políticas migratorias en familias que han pasado años en los Estados Unidos, contribuyendo a la sociedad y formando sus vidas en un país que, en muchos casos, consideran su hogar. La separación de los padres de sus hijas, quienes tienen derecho a vivir en el país, pone en evidencia la difícil realidad que enfrentan muchos inmigrantes que buscan regularizar su situación en EE. UU.