El presidente filipino Rodrigo Duterte pidió a Estados Unidos que restituya tres campanas de iglesia que las tropas estadounidenses se llevaron como trofeo al cabo de una sangrienta campaña de represalia en 1901.
Las campanas estaban en la iglesia católica de Balangiga, en el este de la isla de Samar, y las tropas estadounidenses se las llevaron el 28 de septiembre de 1901 durante una expedición punitiva del ejército estadounidense contra los rebeldes filipinos que habían matado a 34 soldados en la ciudad un mes antes.
Balangiga fue destrozada por completo y la población masacrada en esta operación cuando Filipinas era una colonia de Estados Unidos.
Dos de las campanas están en Wyoming, en un memorial para los soldados estadounidenses caídos en combate, mientras que la tercera está instalada en una base militar estadounidense en Corea del Sur.
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“Devuelvan esas campanas de Balangiga. No son de ustedes. Son nuestras. Pertenecen a los filipinos. Son parte de nuestro patrimonio nacional”, lanzó Duterte en una alocución pública.
“Esas campanas constituyen el recuerdo del heroismo de nuestros ancestros que resistieron a los colonos estadounidenses y sacrificaron sus vidas por ello”, agregó.
Interrogada, la vocera de la embajada de Estados Unidos en Filipinas, Molly Koscina, respondió con prudencia. “Somos conscientes que las campanas de Balangiga tienen un significado`profundo para muchos, tanto en Estados Unidos como en Filipinas”, explicó en un mail enviado a AFP. “Continuamos trabajando con nuestros socios filipinos para hallar una solución”.
En 1998 el presidente filipino de entonces, Fidel Ramos, había intentado recuperar las campanas en una visita a Washington.
Rodrigo Duterte, elegido en 2016, tomó sus distancias con Estados Unidos, aliado tradicional de Filipinas, para acercarse a China y Rusia.
Desde el siglo XVI Filipinas fue una colonia española. España la cedió a Estados Unidos en 1898 al término de la guerra hispano-estadounidense. El país accedió a la independencia en 1946.