Michael Kent formaba parte de un grupo de neonazis y supremacistas blancos, pero ahora, deja todo atrás gracias a la amistad con una oficial de seguridad.
Michael es de Colorado, tiene 38 años y su grupo de supremacía blanca es de Arizona.
Fue condenado por varios crímenes y pasó un tiempo en prisión, donde se hizo varios tatuajes en honor al grupo racista al que pertenecía, entre ellos dos esvástica y el lema “orgullo blanco” con letras grandes en su espalda.
Al salir de prisión una agente de libertar condicional fue asignada a su caso, Tiffany Whittier, una mujer de raza negra de Colorado, quien sabía que Michael era un racista.
Tiffany le pidió que quitara de su pared la bandera nazi y que mejor pusiera imágenes de caritas felices. “Así lo primero que verás son sonrisas y te irás a trabajar sonriendo”.
Michael asegura que la influencia de Tiffany le ayudó a dejar el odio por un lado, ahora trabaja en una granja de pollos y la mayoría de sus colegas son personas hispanas.
Ahora quiere demostrar su cambio sometiéndose a largas sesiones para cubrir sus tatuajes racistas a través de una organización, sin fines de lucro nacional en los Estados Unidos, que ayuda a cubrir tatuajes con mensajes de odio de forma gratuita.