La jornada electoral en un caserío cercano a Caracas se tornó en un evento cargado de tensión y miedo después de que un grupo de supuestos simpatizantes del Gobierno de Nicolás Maduro intentara amedrentar a los votantes con armas de fuego que, pese a las amenazas, no dejaron de participar.
Centenas de personas que aguardaban bajo el sol abrasador en el barrio pobre de Guarenas, una ciudad dormitorio (en la que solo hay viviendas, sin fuentes de empleo suficientes) al este Caracas, para ejercer su derecho al sufragio en los comicios regionales que se celebran este domingo en Venezuela contaron a Efe que vieron con horror como aparecían los violentos.
Muchos de los presentes no eran residentes de Vista Hermosa, una aglomeración de precarias viviendas que creció sobre las laderas de una colina que corona la zona más alta del urbanismo Oropeza Castillo, sino que son habitantes de Casarapa, un barrio de clase media.
Los habitantes de Casarapa están allí porque su centro electoral es uno de los más de 250 que el Consejo Nacional Electoral (CNE) reubicó días antes de la elección de este domingo para, aseguró, garantizar la seguridad de los votantes.
Cuando mediaba la mañana un grupo de motoristas se acercó al centro de votación de Vista Hermosa exhibiendo armas, entonando consignas a favor del oficialismo y emplazando a los no residentes, a quienes ubicaron a la derecha del espectro político, a abandonar el sitio.
Hubieran votado o no.
Ervin Cabrera, un abogado de 40 años, aseguró a Efe que los motoristas eran presuntos miembros de “colectivos”, organizaciones civiles que la oposición identifica con grupos de choque afectos al chavismo gobernante.
“Me apuntaron con un arma en la cabeza los colectivos, nos pidieron que nos fuéramos”, relató.
Cabrera explicó que, pese al temor, nadie se movió de las filas, y que posteriormente un contingente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, policía militarizada) llegó al lugar para restaurar el orden roto.
Sin embargo, para ese momento, ya los motoristas habían abandonado de forma voluntaria las inmediaciones del colegio Senovia Vergara, donde estaban llamados a sufragar más de 11.000 electores.
El votante no se atrevió a pronosticar cuántos electores de su barrio se movilizaron hoy hasta Vista Hermosa, pero dijo que él mismo había hecho varios viajes para trasladar a sus vecinos.
“Somos varios haciendo transporte, no nos damos abasto”, señaló.
El episodio en Vista Hermosa no dejó víctimas que lamentar, pero evidenció la tensión que aflora entre los venezolanos cada vez que el tema electoral aparece en el horizonte, dijo por su parte Carmen Castaño.
Esta ama de casa de 59 años también tuvo que movilizarse desde Casarapa hasta Vista Hermosa, una zona que nunca había visitado, para sufragar.
Castaño efectuó una larga y empinada caminata hasta el centro electoral porque ya no había espacios para aparcar vehículos en la parte alta del barrio.
Aunque la violencia casi estalla cuando Castaño hacía fila para votar, reconoce que no pudo apreciarlos, pese a que sintió “la tensión”.
“Sabía que algo estaba pasando, pero en el momento no supe qué”, señaló a Efe la mujer.
Al bajar el barrio, Castaño no sabía cómo regresar a su hogar y tuvo que hacer autostop: un vecino la reconoció y la subió a su vehículo.
No había estado nunca en Vista Hermosa y ni siquiera sabía cómo llegar, pero se movilizó porque sentía que abstenerse en estos comicios implicaba “regalar el voto” al chavismo, en el poder desde 1999.
El inusual tráfico de hoy en la ciudad de Guarenas, bautizada por el oficialismo como la “Cuna de la revolución” por haber ocurrido allí hace 28 años el estallido social conocido como “El Caracazo”, transformó en 40 minutos un recorrido que en condiciones normales no supone más de 15 entre Casarapa y Vista Hermosa.
“Mis vecinos han venido aunque nos queda lejos el centro. No queremos regalar el voto”, explicó Castaño.
Según esta ciudadana, muchos acudieron sin prendas de valor ni teléfonos móviles por temor a ser víctimas del hampa.
Más de 18 millones de venezolanos están llamados hoy a sufragar, y los cambios de centros electorales afectan a más de 600.000 de estos electores, una cifra que representa cerca del 2 % del padrón.
Con todo, por tratarse de comicios regionales, en entidades como Mérida (oeste) y Miranda (norte) el porcentaje supera el 10 %.
Fuente: EFE