La bahía de Roses, en plena Costa Brava, se ha convertido en laboratorio de un experimento consistente en envejecer vino bajo el mar para obtener características diferentes al habitual y beneficiarse de unas condiciones especiales de luz, temperatura e incluso, movimiento gracias al oleaje.
Un hotel, Cala Jóncols, y los pescadores de esta localidad gerundense se han aliado en esta iniciativa y, ayer se extrajeron las primeras botellas, que han permanecido entre nueve y dieciocho meses bajo el agua.
En un primer análisis, uno de los expertos presentes en la extracción como es el profesor de la Escuela de Hostelería de Girona Josep Lluís Vilarasau ha explicado que “el mar deja muy plano, muy horizontal el vino con una larga crianza” y ha apuntado a una reducción del tiempo de envejecimiento.
“Con nueve meses, casi se obtienen mejores resultados que con dieciocho -las dos opciones que se han probado por el momento- e, incluso, habría que bajar porque, para blancos, el tiempo ideal parece de entre tres y cuatro meses y, para tintos, de entre siete y nueve”, ha detallado
La temperatura del mar hace además que el vino se conserve de forma más pausada, se alargue su vida y cuente con un equilibrio adecuado gracias a la oscuridad, aunque el estudio que se realizará ahora será el que confirme todas estas características.
EFE.