El presidente del gobierno catalán destituido Carles Puigdemont abogó por la unidad del independentismo de cara a las elecciones regionales del 21 de diciembre, ante las que los partidos nacionalistas debaten si presentarse conjuntamente o por separado.
Antes de medianoche, deberían notificar una posible alianza a la junta electoral aunque, para darse más tiempo para limar sus diferencias, podrían registrar una suerte de candidatura electoral “preventiva” bajo la que presentarse en caso de acuerdo entre ellas.
“No tenemos otra alternativa que ir todos juntos”, afirmó Puigdemont en una entrevista otorgada en Bruselas a la radio pública catalana, y defendió “una lista amplísima en la que esté todo el gobierno” cesado.
Esto incluiría tanto a los miembros de su gabinete que se encuentran junto a él en Bélgica como a los otros ocho encarcelados preventivamente en prisiones de Madrid, imputados por rebelión, sedición y malversación de fondos públicos a raíz de la declaración de independencia en esta región.
La misma acusación recae sobre Puigdemont que, instalado en Bruselas en busca de mayor repercusión internacional, está pendiente de la decisión de un juez belga sobre la orden de arresto y extradición emitida por la justicia española.
En esta entrevista, el presidente cesado justificó su marcha para evitar “una oleada durísima de violencia” en la región.
“No nos equivocamos. Estoy absolutamente convencido de que el Estado español había preparado una oleada de durísima represión, de violencia”, afirmó sin precisar cómo su marcha contribuyó a evitarla.
Los encarcelamientos provocaron indignación en Cataluña, donde está convocada para el miércoles una huelga general y el sábado una gran manifestación para reclamar su libertad.
Además, alrededor de 200 alcaldes independentistas de la región se desplazan este martes a Bruselas para “denunciar la persecución judicial e ideológica que padecen los representantes del gobierno y el pueblo catalán”.
– Incógnitas electorales –
Después del referéndum inconstitucional del 1 de octubre y la declaración de una efímera independencia el 27 de ese mes, los secesionistas han frenado temporalmente su desafío al gobierno central de Mariano Rajoy que decidió tomar el control de la región.
Su objetivo ahora es concentrar fuerzas de cara a las elecciones del 21 de diciembre donde, según los sondeos, se volverá a evidenciar la división casi a partes iguales de la sociedad catalana sobre la secesión.
En los comicios de 2015, los independentistas obtuvieron la mayoría absoluta del parlamento pero no la mayoría de votos, lo que restó legitimidad a su plan de ruptura unilateral.
No está claro si la confección de una lista única les ayudaría.
El más interesado en esta alianza es el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT, conservador) de Puigdemont, antaño hegemónico en la región al que los sondeos auguran un fuerte desplome.
En situación opuesta se encuentra su hasta ahora compañero de gobierno, Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), que parte como favorita para ganar las elecciones y tomar el poder en la región por primera vez desde 1936.
Una única candidatura se vería beneficiada por el sistema electoral español que “prima al resultado más alto”, señala Joan Botella, decano de ciencias políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Pero al mismo tiempo les podría hacer perder votos, apunta el analista político Josep Ramoneda. “Hay electores que podrían votar ERC que nunca votarían a una lista con la derecha, o al revés”, afirma.
Otra incógnita es qué pasará si salen escogidos los miembros del gobierno encarcelados o fugados a Bruselas, que no podrán acudir al parlamento regional, o cómo los partidos piensan movilizar a sus militantes desengañados tras el fracaso de la vía unilateral hacia la secesión.
Según un sondeo publicado el lunes por el diario catalán La Vanguardia, sólo un 15% de los encuestados creían que este conflicto desembocará en la independencia de Cataluña.
Los independentistas “han llegado al punto máximo que le permiten sus fuerzas”, dice Ramoneda.
“No tienen votos suficientes, no tienen una potencia extranjera que los apoye, tampoco una parte importante del poder económico catalán, ni tampoco tienen poder insurreccional”, apunta.
“Sin esto no pueden ir más allá y por lo tanto tiene que buscar otra estrategia”.