Según un informe anual del FBI, las infracciones motivadas por un prejuicio contra una comunidad étnica, religiosa, sexual u otra, han aumentado en torno a 5% en 2016 con respecto a 2015, pasando de 5.850 a 6.121.
Pero si se considera solo el cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2016, es decir el periodo en torno a la elección presidencial del 8 de noviembre, el alza llega a cerca de 26%.
Seis de cada diez víctimas fueron elegidas en razón de su raza. Pero los crímenes motivados por el odio contra una religión también experimentaron un alza en 2016, notablemente aquellos contra judíos y musulmanes.
“Nadie debería temer ser violentamente atacado por quien es o por aquello en lo que cree o adora”, dijo el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, en un comunicado.
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Trump lideró una campaña presidencial populista, alimentando el miedo al extranjero y vinculando constantemente la criminalidad a las minorías y a la inmigración. También se le ha reprochado haber incentivado a grupos de extrema derecha y favorecer las tensiones raciales en el país.
En Estados Unidos, los crímenes de odio agrupan toda una serie de infracciones criminales que van desde insultos a homicidios, pasando por degradaciones, agresiones o acoso.
Las víctimas tienen en común que fueron afectadas por su pertenencia, real o supuesta, a un grupo racial o a una religión, o por su identidad sexual o alguna discapacidad.
Los hechos considerados particularmente de odio son investigados por jurisdicciones federales como delitos y crímenes acompañados de circunstancias agravantes, lo que endurece potencialmente las penas impuestas.
Con información de la agencia: AFP
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