Las gemelas guatemaltecas Adaya y Ninoshka Gámez, de 16 años, encontraron en el nado sincronizado la mejor opción para explotar una “conexión especial” que cautivó en los XVIII Juegos Bolivarianos, su “primera experiencia grande” y el escenario en el que reafirmaron su pasión.
Su sonrisa y voz dulce son calcadas. Y sus respuestas al unísono son motivo de broma entre el resto del equipo, que aún se sorprende con la exagerada coordinación de las hermanas que llamaron la atención del público en el Parque Acuático de Santa Marta.
“Tenemos mucha conexión, y eso nos ayuda mucho. Nosotras mismas nos organizamos sin discutir, con solo mirarnos” dijo Adaya en una charla con Efe.
Ninoshka, orgullosa del nombre ruso que sus padres sacaron de un libro, complementó diciendo que les “encanta competir juntas” porque “esa conexión no la tienen nuestras compañeras”.
Las dos, que hablan en plural y eligieron a los quince años no usar el mismo vestuario para evitar confusiones, decidieron dejar la gimnasia después de cumplir los seis, para encontrar un deporte en el que pudieran potenciar el “don” con el que nacieron.
“Nosotras somos las más nuevas en Guatemala en nado sincronizado. Es nuestra pasión Estamos tratando de mejorar nuestro nivel”, comentó Ninoshka.
En los Bolivarianos se encontraron con rivales muy fuertes que las relegaron al último lugar, pero ellas se sienten en el podio por lo que significó estar por primera vez en estas justas.
Ambas admiten que los nervios las traicionaron al final de la rutina, pero ese lunar lo compensaron con la alegría de estar en Santa Marta, de donde “no queremos irnos”, y conocer al dueto colombiano integrado por Mónica Arango y Estefanía Álvarez, que se bañó en oro.
“Nos gustó mucho su técnica y la expresión”, expresó Adaya.
Y su gemela consideró que ha sido “una gran experiencia. No habíamos tenido tanta presión y competido con gente tan experimentada”.
Conscientes de ser la nueva sangre del nado en su país, las dos prometen seguir disciplinadas y buenas estudiantes, pues sus buenas calificaciones las llevaron incluso a ser exoneradas de las clases en su colegio durante septiembre, como un estímulo que les sirvió para aumentar a siete horas y media el tiempo de entrenamiento diario en Ciudad de Guatemala.
“Nos vamos de este país emocionadas y con ganas de mejorar nuestros puntajes”, expresó Adaya, mientras Ninoshka prometió que trabajarán para “cumplir nuestro sueño de estar juntas en los Olímpicos y en un mundial”.
