Entre su imagen hippy y la de un deporte de alto nivel, el surf atravesó en los años 1980 un periodo de rebeldía y destrucción, con las drogas como acompañante, según un documental que ya ha sido premiado: “Biarritz Surf Gang”.
La película relata de la vida de seis surferos de la selección francesa hace tres décadas, que vivían en Biarritz (suroeste) entre surf, drogas y guerra de clanes, una crónica “de la banda de la Grande Plage” (por el nombre de la principal playa de la ciudad del País Vasco francés), que ha sido ya premiada en el Festival Internacional de Cine de Surf de Anglet, en el Surf Film Festival de Berlín y en el Paris Surf et Skateboard Film Festival.
Al comienzo, los dos directores, Pierre Denoyel (26 años) y Nathan Curren (28), querían haber titulado la película como “La cara oculta del surf”, una temática que conocen de cerca por relaciones familiares.
Pierre es el sobrino de Michel Larronde, especialista del ‘tow-in’ (una especialidad en la que el surfista es arrastrado por medios mecánicos en busca de grandes olas) y que fue el primer europeo en haber surfeado la mítica ola ‘Jaws’ en Hawai.
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Nathan, por su parte, es hijo del californiano Tom Curren, triple campeón del mundo.
“Queríamos otro enfoque. El lado anti-héroe del surfista. Los surfistas de la Grande Plage eran, pese a sus adicciones, los mejores de Europa”, explica Nathan, profesor de surf, como Pierre.
Entre extractos de películas viejas en super ocho de las playas de todo el mundo y la participación de miembros de la banda que interpretan su propio papel, el documental está dividido en diez episodios de seis minutos en los que se alternan imágenes de archivo, entrevistas y animaciones con formato de miniserie.
“La banda de la Grande Plage es el elemento de unión entre los años 1970 la época hippy del surf, y la que conocemos en la actualidad, un deporte de alto nivel”, resume Stéphane Sisco, responsable de prensa de la Federación Francesa de Surf.
– ‘Orgasmo masculino’-
“Sin esta banda de chiflados, el surf no sería lo que es hoy”, asegura en el documental Patrick Flores, seleccionador francés de surf.
“Sus viajes les permitieron progresar rápidamente al tener contacto con surfistas extranjeros. Ya sea técnicamente, mentalmente y, sobre todo, en lo que se refiere a innovación del material. Elevaron el nivel del surf francés y nos hicieron ganar fácilmente 20 años”, explica Flores a la AFP.
“Lo que más nos gustaba era armar un follón allá donde íbamos”, dice la voz en off de la película, que corresponde a Nabo, el alias de Joël Darrigues, el hilo conductor de la saga de estos ‘punkis’ del surf, actualmente quincuagenarios.
Pero estas vidas de rebeldes descerebrados estuvo también marcada por las drogas, como la cocaína, que en ocasiones puso fin a alguna carrera.
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“Si no había olas, buscaba la misma satisfacción en las drogas. Una doble adicción. Un ‘chute’ es un placer inmediato, aunque se acabe enseguida”, explica Darrigues a la AFP.
“Nunca me ‘coloqué’ por tener problemas, sino porque amaba las orgías de adrenalina”, añade. “Era un ‘no future’ (sin futuro) pero lleno de futuro, surf, viajes, drogas”.
Al punto que en octubre, este documental fue elegido para alimentar un debate durante un coloquio “Adicciones, toxicomanías, sida”, que se celebró en Biarritz.
“Todo aquello que da una recompensa es susceptible de ser adictivo. Para ello, hace falta que la recompensa, que el bienestar que se siente, sea lo más cercano posible”, explica el doctor Jean-Pierre Daulouède, psiquiatra adictólogo y uno de los organizadores de ese debate.
“Es el caso del surf. El remo, una puesta en tensión más o menos dolorosa, seguida inmediatamente por una recompensa, el surf, la acción rápida. Un efecto de pico máximo comparable al del orgasmo masculino”, analiza el médico.
“O a un chute de droga”, añade Darrigues.
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