Atrás quedaron los días en que parecía tambalearse. Nicolás Maduro, protagonista de una de las peores crisis que haya vivido Venezuela, hoy se erige como el hombre fuerte, contra todo pronóstico, para perpetuar al chavismo en el poder.
A sus 55 años, este exconductor de autobús, de poblado bigote negro, fue proclamado el viernes candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para buscar la reelección en las presidenciales, adelantadas por la oficialista Asamblea Constituyente para antes del 30 de abril.
Maduro, cuyo mandato de seis años vence en enero de 2019, es el heredero de Hugo Chávez -fallecido en marzo de 2013-, quien lo ungió para liderar la “revolución bolivariana” lanzada en 1999.
“Su autoridad nace heredada por Chávez. Ahora tenemos a un Maduro distinto, que se sabe más fuerte y es más agresivo”, declaró a AFP el analista Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos.
Sin el carisma ni los petrodólares de Chávez, ha intentado imitarlo con apariciones cotidianas en televisión, verbo populachero y retórica antiimperialista.
“Has abusado de su nombre y su imagen, tratas de parecerte a él, (pero) no puedes”, le reprochó Rafael Ramírez, a quien sacó de la embajada en la ONU por presunta corrupción y considerado por algunos chavistas como potencial adversario.
Pero Maduro también construye su propia imagen. Se autodenomina “presidente obrero”, conduce su camioneta, se burla de su mal inglés, baila salsa y reguetón, y está en todas las redes sociales.
“Tiene un estilo campechano. Nunca pierde el sentido del humor aunque el país se esté cayendo. Buen orador, pero nunca como Chávez”, comentó a AFP un ejecutivo del sector privado que lo conoce desde sus tiempos de canciller.
#Maduro dice recibirá a "todos" los observadores internacionales en elecciones.
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– Obituario político –
Sus oponentes lo acusan de ser un “dictador” que controla todos los poderes -excepto el Parlamento, maniatado por el poder judicial- y la Fuerza Armada, y de haber empujado al país al abismo con medidas económicas disparatadas.
El agravamiento de la crisis y sus gazapos lo hacen blanco de críticas y burlas. Pero Maduro se mofa de quienes le llaman “Ma’burro”, dice ser un presidente democrático y atribuye la hiperinflación y la escasez de alimentos y medicinas a una “guerra económica”, apoyada por Estados Unidos, para derrocarlo.
“Ha sido subestimado. Algunos han escrito su obituario político desde que se convirtió en presidente”, comentó a AFP Michael Shifter, de Diálogo Interamericano.
Atribuyéndole audacia política, Seijas cree que ha sido “un gran equilibrista que logró mantener una distribución de las cuotas de poder” en el chavismo, ganando “autoridad para imponer su candidatura”.
Las críticas también vienen de antiguos camaradas que lo acusan de enriquecer a empresarios amigos y a la cúpula militar. “Será madurista, pero no chavista”, comentó a AFP Ana Elisa Osorio, exministra de Chávez.
Chávez, a quien conoció a inicios de los años 1990, lo consideraba sin embargo “un revolucionario a carta cabal”, y Maduro reivindica hacer de “tripas corazón” para mantener la inversión social que catapultó al chavismo.
Exsindicalista del Metro de Caracas, recibió formación comunista en Cuba en los años 1980 y con frecuencia viaja a la isla. Presidió el Parlamento, fue canciller y vicepresidente.
La #Eurocámara pide sanciones contra #Maduro y la petrolera venezolana #PDVSA.
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– En el ojo de la tormenta –
Se declara católico y de adolescente fue guitarrista de una banda de rock. Está casado con la exprocuradora Cilia Flores, a quien llama “primera combatiente” y con la que aparece frecuentemente bailando en los mitines.
Sus opositores aseguran que no nació en Caracas sino en Colombia, pero él lo niega. De 1,90 metros de estatura, es padre de “Nicolasito”, miembro de la Constituyente y fruto de un matrimonio anterior.
Desde que fue elegido el 14 de abril de 2013, gobierna en medio de convulsiones. El excandidato presidencial Henrique Capriles, a quien derrotó por estrecho margen, impugnó su triunfo.
Al caer los precios del petróleo a menos de la mitad en 2014 -una calamidad para un país dependiente del crudo-, su popularidad se derrumbó y enfrentó una primera ola de protestas que dejó 43 muertos.
Sufrió la mayor derrota electoral del chavismo en 2015, cuando la oposición arrasó en las legislativas, y un año después evitó ser sometido a un referendo revocatorio por decisión del poder electoral.
Entre abril y julio de 2017, Maduro enfrentó protestas que terminaron con 125 muertos. Y desde agosto gobierna con una Constituyente de plenos poderes que según la oposición consolidó su modelo totalitario.
Muchos predecían su caída, pero el chavismo ganó las elecciones de gobernadores y alcaldes en 2017, según la oposición con procesos “fraudulentos”, el control social y el institucional. Para el oficialismo está más vivo que nunca y de cara a esta campaña lo presenta como el “conductor de victorias”.
Con información de la agencia: AFP
#Maduro puede asistir a Cumbre de las Américas, dice presidente #Kuczynski.
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