Todo el mundo conoce el dolor de pisar un lego, pero resulta que los pequeños bloques de construcción también se abren paso en las narices de los niños.
Imágenes muestran el momento en que un niño pequeño le pide ayuda a su padre para que el juguete salga del lugar menos probable.
Después de insistir algunas veces en que no tenía idea de cómo se metió el objeto en ese lugar, el pequeño lloró y admitió que lo colocó allí.
Aunque cuando se le preguntó, el menor aseguró que no le dolía , se puso cada vez más nervioso cuanto más tardaba su papá en ayudarlo.