Tras el entrenamiento con el Municipal guatemalteco, una preparación táctica y de control de balón de cara al clásico del fin de semana contra el Comunicaciones, los panameños Blas Pérez y Felipe Baloy hacen una vídeo llamada conjunta con alguien en Panamá.
Les cambia la cara y las palabras comienzan a fluir. Se siente la cercanía que se ha fortalecido a distancia, desde la capital de Guatemala, donde juegan ambos desde junio pasado.
Cuando llegaron al fútbol guatemalteco, Pérez, procedente del Blooming boliviano, y Baloy, del Tauro panameño, la selección de Panamá había ganado un partido, perdido otro y empatado cuatro en los primeros seis juegos del hexagonal final de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf).
Rusia 2018 aún era un sueño nebuloso. Faltaban cuatro juegos y Honduras, el rival más cercano, no parecía ceder terreno, pero la “madurez”, la “inteligencia” y haber “corrido un poco con suerte”, además de la “fe del grupo”, logró la sorpresiva y ansiada clasificación a la vigésima primer edición de la Copa del Mundo.
“Panamá había sufrido mucho y ahora tuvimos la oportunidad de calificar a un Mundial y, al final, en el último partido, casi en los últimos minutos, se dio con un toque de dicha (suerte)”, recuerda a Efe, emocionado, un veterano Blas Pérez que pasa por una buena racha en el máximo circuito guatemalteco, con 8 goles en 12 partidos.
Los ojos de Baloy también brillan cuando piensa en la posibilidad de integrar la lista final del seleccionador de Panamá, el colombiano Hernán Darío ‘el Bolillo’ Gómez.
“Estamos muy contentos, muy motivados por haber logrado ese objetivo y ese sueño que teníamos todos los panameños. Desde que lo logramos nos hemos mentalizado en que tenemos que trabajar y darle continuidad al equipo”, menciona el zaguero.
Pensar en el Mundial es recordar ese instante, del pasado 10 de octubre, cuando el tiempo se detuvo y una flecha roja llamada Román Torres atravesaba con una velocidad imparable a la zaga costarricense y, a dos minutos de borrar un nuevo casete eliminatorio, rompía la historia con una potente volea que ponía el 2-1 en el marcador y la clasificación a la cita internacional.
Nadie se quiere perder el viaje a Rusia. Mientras Blas está enchufado de cara al gol, Baloy y sus colegas en la defensa del Municipal mantienen al club con la cuarta mejor muralla del torneo.
Pero ‘el Bolillo’ Gómez querrá comprobarlo en los dos amistosos que jugará Panamá el 22 y 27 de marzo, contra Dinamarca y Suiza, en Copenhague y Lucerna, respectivamente.
Ambos coinciden en sentirse “muy bien”, “contentos” y “tranquilos”, con ganas de “mostrarse” ante el técnico para que éste compruebe lo que ya sabe. Los dos son parte de la “espina dorsal” del seleccionado que clasificó y que ha logrado, como dice Pérez, “una química armónica de jóvenes y veteranos” con “hambre y deseo de hacer las cosas bien”.
Un grupo “fuerte fuera y dentro de la cancha”, que habla “constantemente entre sí” y en el que “todos halamos para el mismo lado y así se nos han dado algunos resultados, como la clasificación”, cuenta Baloy.
Los rivales de Panamá en el Mundial, Bélgica, Inglaterra y Túnez, son todo un reto del que han hablado poco, “pero sabemos lo fuerte que son”, explica el zaguero, mientras el delantero admite que Inglaterra y Bélgica “son muy superiores” a ellos.
Son conscientes de la realidad: “Sabemos que no estamos a ese nivel, pero nosotros en el terreno de juego debemos hacer todo lo posible para igualarlos”.
La selección canalera se prepara para “disfrutar” del Mundial, donde van “a luchar con todo”, reconoce Pérez, pues acudir a Rusia y jugar contra otros equipos “en el papel favoritos” es “una gran responsabilidad con el país”.
“Vamos a entrar a estos partidos con mucho orgullo y a dar el todo por el todo”, resume, y automáticamente su mente empieza a viajar en el tiempo: salir al campo, abrazarse mientras suena el himno nacional, cantarlo a todo pulmón y jugar el partido en campos “de primer nivel” es algo con lo que ambos han soñado y ahora está muy cerca.
“Es algo que siempre tengo en la cabeza y espero que se pueda cumplir y poder terminar mi carrera con ese sueño y esa oportunidad de jugar el Mundial”, sostiene Baloy, mientras Pérez afirma que al volver de Rusia regresará a Panamá, “a casa”, para retirarse “en el club de mis amores”, el Árabe Unido.
Pero antes de pensar en “la generación dorada belga” o el “compacto grupo inglés” y la “incógnita tunecina”, Pérez señala que “los partidos hay que jugarlos, pues nada está escrito”.
En Rusia, con la Panamá más motivada de su historia futbolística, todo puede pasar. Y estos veteranos de 37 años buscarán vivirlo para contarlo. EFE