Felinos, osos, lobos, bisontes, cebras, rinocerontes, elefantes, jirafas, hipopótamos, simios. La mayoría de las 101 especies de grandes herbívoros y carnívoros terrestres están en peligro y algunas ya están condenadas a la extinción.
Según la definición más aceptada, la “megafauna” terrestre incluye a los carnívoros de al menos 15 kilos y a los grandes herbívoros de más de 100 kilos, esto es, un total de 101 especies.
Para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), tres quintas partes de esos animales emblemáticos están amenazados, con más de una decena de especies en “peligro crítico” o “extintas en estado salvaje”.
“Los científicos expertos en conservación se dedicarán pronto a escribir necrológicas para especies o subespecies de megafauna a medida que desaparecen del planeta”, lamenta Bill Ripple, de la universidad de Oregon, principal autor de un documento firmado en diciembre por más de 15.000 de sus colegas para alertar al mundo entero.
El último ejemplo del peligro que afrontan esas especies se produzco esta semana, cuando el último rinoceronte blanco del norte macho murió a los 45 años en un zoológico de Kenia.
Para algunos científicos, el adax, una antílope del Sáhara, también está “condenado a la extinción”. Otros creen que el gorila del este, cazado por su carne, “está a un paso” de la desaparición, como los orangutanes de Borneo y Sumatra.
Otros animales fascinantes, más numerosos y que cada año atraen a millones de turistas a África, están también en peligro.
Las poblaciones de leones, rinocerontes y guepardos cayeron en más del 90% durante el siglo pasado. El número de jirafas, clasificadas como “vulnerables”, disminuyó en un 40% en 30 años. Y el 30% de los osos polares podrían desaparecer de aquí a mediados del siglo XXI.
“Es muy posible que veamos cómo esos gigantes se apagan en la naturaleza durante nuestra vida, ante nuestros ojos”, explica la directora de la IUCN, Inger Andersen.
Los científicos están de acuerdo en decir que comenzó una nueva “extinción masiva”, en la que especies de todo tipo y tamaños desaparece 100 veces más rápido que en tiempos normales. La Tierra vivió hasta el momento cinco extinciones masivas. La última de ellas, la de los dinosaurios, se remonta a 66 millones de años.
Hoy en día, la megafauna es víctima de múltiples riesgos vinculados a la expansión humana, la pérdida de su hábitat por culpa de la caza furtiva, conflictos por la ganadería y, en el caso del oso polar, el cambio climático.
“La primera amenaza que afronta la fauna de África es que nos la comemos”, dice Paul Funston, director del programa de defensa de los leones de la oenegé Panthera. Una situación descrita en algunas zonas como “el síndrome de la sabana silenciosa”.
“Algunas zonas protegidas parecen totalmente intactas, los bosques, las aves, las abejas, todo está allí. Pero los grandes mamíferos desaparecieron porque han sido comidos”, explica Funston, que señala el aumento de la población en el continente.
A pesar del triste contraste, los defensores del medioambiente no pierden la esperanza y han permitido que ciertas especies se recuperaran.
Pero esas personas deben ser realistas, asegura Michael Knight, que dirige el grupo de la IUCN que se encarga de los rinocerontes africanos.
“África ya no se corresponde con el sueño de países abiertos en los que corren animales salvajes”, insiste. Y en 50 años, “los desafíos serán 10 o quizás 50 veces más difíciles.
Para Paul Funston, la solución llegará de inversiones estratégicas en parques nacionales, ya que varios estudios señalan el vínculo entre el dinero invertido por kilómetro cuadrado y la tasa de supervivencia de las especies protegidas.
Fuente: AFP.