La petofilia no se refiere al amor incondicional hacia nuestras mascotas, sino al irracional; como por ejemplo, esas personas que gastan miles en hoteles de lujo, o ropa carísima, o incluso peluquerías y spa para animales, pero que exceden los precios y servicios.
El periodista norteamericano Jon Katz, dice que nos encontramos ante un caso de petofilia si la persona en cuestión sólo siente satisfacción cuando tiene contacto con (en este caso su mascota), y se aísla de su entorno, si limita completamente su forma de vivir o si el individuo enganchado a este vínculo anómalo quiere desligarse de él pero se siente incapaz de hacerlo. Como quien dice que es una obsesión y adicción.
Recordemos una vez más que, en definitiva a los animales debemos amarlos, respetarlos y cuidarlos, pero según lo expertos no debemos caer en personificarlos, ya que es robarles su verdadera naturaleza y faltarles al respeto.
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