El Ejército brasileño, tras la intervención militar que el Gobierno decretó en la seguridad del estado de Río de Janeiro, tuvo que asumir el reto de adaptar sus unidades de élite de formación de combatientes para capacitar policías para la “no guerra” en áreas urbanas en conflicto.
Esa contradicción para una Fuerza Armada concebida para el combate al enemigo fue patente en un simulacro en condiciones reales abierto este jueves para la prensa en Río y en el que los instructores militares enseñaron a agentes de la Policía a posicionarse adecuadamente para avanzar en una favela dominada por narcotraficantes.