Desde este jueves la paradisíaca isla Boracay, en Filipinas, estará cerrada a los turistas. La decisión del gobierno busca combatir la contaminación.
El presidente Rodrigo Duterte comparó esta isla, a la que llegan cada año dos millones de visitantes (y que genera ingresos por 1 mil millones dólares) a una “fosa séptica” ya que sus 500 hoteles están acusados de tirar directamente al mar las aguas usadas.