Alberta Spinazze, Sebastien Bellet y sus pequeñas hijas Ángela (10) y Anna (8) forman parte de una familia italiana que hace un par de años decidió dejar su país para embarcarse en una aventura en bicicleta por América Latina.
Ellos han pedaleado, juntos, desde la Patagonia hasta Ecuador y pretenden llegar a California, en un viaje para descubrir la agroecología en América y los emprendimientos de cultivos orgánicos que se desarrollan en la región.
Los cuatro se encontraban este viernes en Tulcán, una ciudad ecuatoriana fronteriza, con la intención de seguir su camino a Colombia, otra de las escalas de su largo recorrido hasta California.
La ruta la iniciaron en la Patagonia argentina y tras recorrer Chile, Perú y Bolivia llegaron a Ecuador con un cargamento de recuerdos, fotos y experiencias.
Sebastien trabajaba en la empresa de distribución de alimentos orgánicos Natura Sí, que aceptó su propuesta de ir en busca de los orígenes de varios de los productos que la compañía ofrecía.
“La curiosidad de conocer sobre los cultivos y de escuchar a quienes lo producen”, motivó a Sebastien a llevar adelante el proyecto junto con su esposa e hijas, quienes son las que más aprovechan el periplo para aprender.
Y es que, para Alberta, no podía haber aventura sin las niñas. “Cómo cree que podemos dejar a las niñas por dos años… Por eso las trajimos”, porque esta “es una experiencia de aprendizaje y de crecimiento”, dijo la madre a Efe.
Mientras el padre apostilló: “El valor de hacer esto a nivel de familia es lo más importante… Cuántos valores les damos la oportunidad de conocer a las niñas”, subrayó en declaraciones a Efe, aunque reconoce que se han presentado momentos difíciles.
Pese a los contratiempos, “las veo súper felices” a las niñas que, además, han aprendido el español de una forma “impresionante”, de las personas que “conocemos en el viaje”, apuntó Alberta.
Recuerdan experiencias asombrosas, por ejemplo, cuando visitaron a productores de quinua en Bolivia y Perú, “todo el aspecto social que hay detrás de este producto originario de América y de la que hay más de 3.000 variedades”, señaló Sebastien.
Contó sobre los productores agrícolas de la zona del salar de Uyuni, en Bolivia, donde los campesinos “hacen ofrendas, hasta tres veces por año, con danzas y fiestas, y de eso no sabemos nada en Italia”.
Asimismo, relató sobre “la emoción” que generó en los cuatro conocer una mazorca de caco, “porque nos encanta el chocolate”, pero descubrieron que su semilla tiene “un sabor exquisito, aunque no sabe a chocolate”.
Por eso, “cuando ahora vemos el chocolate, vemos más lejos, vemos todo el proceso y eso es maravilloso”, subrayó Sebastien.
Pero también Alberta tiene sus historias de bicicleta pues “el medio que más nos permite acercarnos a las personas y de eso me doy cuenta cada vez que debo tomar un autobús”.
“Una mujer serrana me paró en la carretera y me dijo: ‘pero mihija, porqué no toman un bus’, y yo le contesté: pero señora, si hubiera tomado un autobús no le hubiese conocido… Por eso vine en bicicleta”.
“¡Cuántas historias nos hemos perdido por ir en automóvil!”, agregó y su marido reforzó: “La bicicleta es el medio de transporte con la máxima eficiencia energética, porque estamos viajando en un medio que nosotros empujamos y esa es también una filosofía”.
Ahora les queda por emprender el camino a Colombia y luego a Centroamérica para intentar llegar a California, aunque ellos dicen que, tal como ha sido su aventura, no podrían saber si terminará allí.
“Tenemos ganas de explorar Italia… La rutina te impide conocer tu país”, reconoce Alberta que, sin dudarlo, sostiene que lo más importante del viaje ha sido consolidar la familia.
“Es difícil para las niñas dejar atrás lugares y personas queridas que hemos encontrado en el viaje. Cada despedida es fuerte”, pero lo importante es que todos “hemos adquirido un equilibrio en nuestras vidas”.
Su ejemplo busca contagiar a otros a conseguir sus metas y sueños, pese a los problemas. “Esa es la única forma” de seguir adelante, remarcó la mujer.