Tras las castigadas carreteras que serpentean Los Altos de Chiapas está Yocwitz, pequeña comunidad en la que el sol golpea duro en la tierra parda. Las casas están hechas con palos, los niños duermen en el suelo y el agua gotea escasa y contaminada, un veneno que enferma a su población.
Solo la mitad de esta comunidad de unos 800 habitantes tiene tuberías por las que el agua corre con lentitud. Los que no pueden acceder a ella se encomiendan al río y sacan de esta agua. En ambos casos, beberla provoca infecciones gastrointestinales pero también devastadores efectos sociales.
Ubicada en el municipio de San Juan Cancuc, en el sureño estado de Chiapas, esta comunidad regida por la ley de usos y costumbres lleva sufriendo un rezago histórico no solamente en términos de agua, sino de nutrición, educación y ciudadanía.
Diagnóstico
Según cuenta a Efe María Fernanda Álvarez, coordinadora de 12 Mexicanos, programa de ayuda de la organización Oxfam México, su equipo realizó un diagnóstico cualitativo de la situación para establecer soluciones.
“Pudimos ver cuáles eran las preocupaciones más importantes para las mujeres y para los hombres, y también las comunes. Entre las comunes fue el agua en todos los sentidos, la cantidad pero también la calidad, que no hay acceso a agua segura. Se hicieron unos estudios y se encontró E. coli en todas las fuentes de agua”, asegura.