Si estás nervioso, puede que para aliviar tu ansiedad recurras a una manía bastante común: morderte las uñas. Cuidado, no es un mito: podría costarte la vida debido al riesgo de sufrir sepsis, una complicación seria y potencialmente mortal de una infección. Esto es lo que le sucedió recientemente a un británico de 28 años que comenzó a tener síntomas parecidos a los de la gripe después de arrancarse un trocito de piel al morderse una uña. Su caso se complicó, pero afortunadamente sobrevivió, informa ‘Prevention’.
No todos tuvieron tanta suerte. La popular actriz de la serie de televisión ‘Chicago Fire’, Dushon Monique Brown, falleció el pasado marzo a causa de una sepsis de causa desconocida. En España, afecta a 50.000 personas cada año, de las cuales 17.000 mueren, un 34%, según informa el portal de Medicina Intensiva Semcyuc. Para comprender la magnitud de la cifra, el portal recuerda que es 13 veces superior a los fallecidos por accidente de tráfico, y ostensiblemente mayor a las muertes provocadas por algunos cánceres comunes que despiertan una amplia preocupación social, como el de mama, colon, cáncer o próstata.
La sepsis se trata de una dolencia crítica que se produce cuando el cuerpo, como respuesta a una infección (que suele ser muy común), lesiona sus propios tejidos creando así inflamaciones y que en casos más severos provoca un fallo agudo de otros órganos que no necesariamente estaban relacionados con la infección original, lo que deriva en un shock o fallo multiorgánico que, en un número importante de casos, provoca la muerte.
Esto es lo más importante y chocante: no se necesita una infección sumamente importante para que aparezca. “A veces las infecciones menores empeoran y desencadenan la sepsis”, explica David Culter, médico de medicina familiar del Providence St. John´s Health Center en Santa Mónica, California. “Incluso, puede activarse sin hallar una causa infecciosa”. Es casi tan probable que emerja a partir de una simple infección en la piel como desde otras más graves en pulmones, riñones o el propio intestino. Cualquiera puede contraerla, pero como en la mayoría de enfermedades, tiene su propio grupo de riesgo: los mayores de 65 años, aquellos que tienen un sistema inmunitario débilo los que padecen una afección médica crónica, como diabetes, patologías pulmonares o renales. Los bebés menores de 12 meses también son más susceptibles, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Síntomas y tratamiento
No hay signos universales de sepsis. Pero desde el principio, muchos pacientes confirman sentirse confundidos o desorientados. “También puede arrancar con una sensación de falta de aliento como resultado de que el cuerpo entra en una sobrecarga para combatir la infección”, comenta Stephen Parodi, experto en enfermedades contagiosas, a ‘Prevention’.
Otros signos a los que deberías prestar atención son: fiebre, escalofríos o sensación de mucho frío; dolor extremo; o piel pegajosa o sudorosa. Los síntomas tardan alrededor de uno o dos días en desarrollarse después de que se forme la infección, por lo que no es necesario que te asustes en exceso si te arrancas la piel del dedo al morderte las uñas y luego, por casualidad, comienzas a tener fiebre una hora más tarde. “Si alguien se rasca el dedo a las dos de la madrugada, no sufriría un fenómeno séptico una hora después”, tranquiliza Glenn Hardesty, médico de urgencias del Texas Health Resources.
“Por lo general, una infección leve y corriente no causa síntomas graves“, agrega el doctor Parodi. “Si notas signos de sepsis o tienes una infección que parece estar empeorando en lugar de mejorar, debes buscar atención médica de inmediato”. La sepsis es diagnosticada con análisis de sangre que cuentan el número de glóbulos blancos y buscan otros signos de infección o daños orgánicos.
Si padeces sepsis, lo más común es que te receten antibiótico. Dependiendo de cuánto haya progresado la infección, es posible que también se te administre oxígeno o suero intravenoso para mantener el flujo de sangre a los órganos y evitar una caída peligrosa de la presión arterial. En casos más graves, es posible que también necesites un respirador, una diálisis renal o cirugía. La clave para recuperarse es obtener ayuda lo antes posible. “Sabemos que el tratamiento temprano es de vital importancia. Acudir pronto al centro de urgencias puede salvarte la vida”, concluye el doctor Parodi.