Kylian Mbappé aún tendrá que esperar para conseguir el título de mejor jugador del planeta. Pero después del Mundial de Rusia, el delantero francés ha confirmado su candidatura a sentarse en el trono que, de momento, hasta que se entregue el próximo Balón de Oro, aún posee Cristiano Ronaldo.
Mbappé fue designado como el mejor joven de la Copa del Mundo. Con 19 años ha demostrado tener un aplomo tremendo para jugar en el torneo más importante del globo. La FIFA le ha entregado ese galardón, que no es poco.
Su descaro futbolístico le ha hecho merecedor de ese premio. Pocos jugadores tan jóvenes, a lo largo de la historia, han conseguido lo que ha hecho Mbappé: superar la presión, jugar bien y, sobre todo, ser decisivo para Francia en varios instantes del Mundial.
Será difícil superar a Pelé, que logró ganar una Copa del Mundo con 17 años en Suecia 1958. Mbappé no conseguirá quitarle esa marca de jugador joven en ganar un Mundial y tampoco llegará a su nivel futbolístico, pero el delantero del París Saint-Germain podrá presumir de tener una copa en su vitrina.
La consiguió como si nada, con una tranquilidad pasmosa. Incluso cuando sonó su himno antes del inicio de la final, fue el único de todo el equipo galo que esbozó una sonrisa pícara dentro de la seriedad del momento.
Y es que Mbappé, a lo largo del Mundial, ha demostrado ser un jugador de grandes momentos, de instantes para el recuerdo, como aquella galopada ante Argentina en octavos de final en la que parecía un corredor de los 100 metros.
Él sólo dinamitó la eliminatoria con un arranque desde su campo en el que fue dejando rivales atrás hasta provocar el penalti de Marcos Rojo que sirvió a Antoine Griezmann para marcar desde los once metros.
Después, marcó otros dos goles con los que echó a Messi del torneo. Argentina perdió 4-3 y gran parte de culpa la tuvo Mbappé, que en total sumó cuatro dianas en el torneo, dos menos que el máximo goleador, Harry Kane.
La última, se la hizo a Croacia en la final. Después de una primera parte desaparecido, despertó cuando el conjunto balcánico estiró sus líneas para buscar el empate. Entonces, de nuevo, apareció la zancada de un hombre que en aquella jugada frente a Argentina alcanzó los 37 kilómetros por hora. Corrió más rápido que el mismísimo Usain Bolt.
Con tres arrancadas, puso contra las cuerdas al equipo de Luka Modric, que finalmente sucumbió con otros dos tantos, uno de Paul Pogba y otro del mismo Mbappé, que cerró la final y su cuenta particular en el Mundial.
A diferencia de Kane, que marcó tres de sus seis goles desde el punto de penalti, Mbappé hizo todos de jugada. Griezmann, otro de los jugadores que se instalaron en el club de los cuatro tantos, junto a Romelu Lukaku, Denis Cheryshev y Cristiano Ronaldo, también marcó tres desde los once metros.
Mbappé no será Balón de Oro. Probablemente lo será Griezmann. O Modric, que fue designado el mejor jugador del Mundial por la FIFA. Pero Mbappé está llamado a ser el futuro mejor jugador del mundo. Y, mientras llega ese momento, con una sonrisa pícara, como con el descaro que mostró sobre el césped, levantó al cielo su trofeo de mejor joven del Mundial de Rusia. EFE