¿Conoces ese sentimiento de salir de un examen, o de un día particularmente difícil en el trabajo, y estar completamente agotado, de llegar a dormirte en el sofá o sobre el plato de la cena? No has hecho ninguna actividad física, pero has salido exhausto. ¿Es tu cerebro el culpable de este cansancio?
¿Pensar quema calorías?
La primera respuesta es sí: el cerebro, a pesar de representar solo el 2 % del peso corporal (con un peso de 1,4 kg), usa el 20% de energía de la que disponemos durante todo el día. A menos que seas un atleta profesional, tu cerebro quema más calorías que los entrenamientos físicos que haces. Pero esto no significa que la actividad específica de pensar sea la raíz de este gasto energético.
Según la revista TIME, este gasto significa unas 320 calorías en un día promedio (pero todo depende de la complexión de cada uno). Y los cambios en la actividad cerebral solo representan un aumento del 5 % en la quema de energía en contraste con el resto de los procesos del cerebro. Resolver un complejo problema matemático gastará más energía que ver una serie pero la diferencia es mínima.
El cerebro activa distintas áreas según la tarea que esté llevando a cabo. Pero nuestros cerebros no queman muchas más calorías haciendo algo complicado: 8 horas de trabajo cognitivo altamente exigente quemarían aproximadamente 100 calorías más que 8 horas de soñar despierto, explica Ewan McNay, profesor de psicología y de neurociencia conductual en la Universidad de Albany. Para una actividad multisensorial, como aprender a tocar la guitarra, podría llegar a 200 calorías. Aun así, son 8 horas de extenuarse mentalmente.
Según distintos estudios quizá el cerebro no es perezoso, pero si le cuesta estar concentrado en una sola cosa por demasiado tiempo. Es posible que la concentración sostenida cree varios cambios en el cerebro, que promuevan la evitación hacia ese estado. Podría ser como un cronómetro que termina: “ok, ya está”. Quizá el cerebro simplemente no está hecho para trabajar tan duro por tanto tiempo.