En Vietnam, los pelos de elefante están en boga y se arrancan de las colas cercenadas para venderlos en forma de amuletos que se cree traerán felicidad y prosperidad a quien las lleve.
Comercio lucrativo
Al precio de 20 dólares por pelo, se trata de un comercio lucrativo y que inquieta a los conservacionistas de este país en el que también se venden ilícitamente cuernos de rinocerontes, escamas de pangolines, dientes de tigre o hasta bilis de oso.
En la aldea de Tri A, situada en las sierras boscosas del centro del país, una vendedora propone: “Voy a arrancar un pelo delante de ti para que estés seguro de que no es una imitación”.
Vietnam cuenta únicamente con 80 animales en cautiverio y una centena aún en libertad.
De acuerdo con Dionne Slagter de la fundación Animals Asia, la mayoría de las colas de elefante llegan al país por contrabando desde los países vecinos o hasta de África.
“La cola es muy importante para su higiene corporal. Al arrancar los pelos que la cubren o al cortarles la cola, se discapacita a estos animales”, explicó.
La deforestación y la caza furtiva han reducido drásticamente la población de paquidermos en Asia, en donde no quedan mas que alrededor de 40 a 50 mil ejemplares en libertad, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
En la cercana Birmania se mata a estos animales por su piel para responder a la fuerte demanda de los consumidores chinos, quienes le atribuyen propiedades curativas contra el acné o el eccema.
Sin embargo, durante muchos siglos se veneraron a los elefantes en países como Tailandia, Laos y Camboya.
Las minorías étnicas M’nong y Ede de la provincia vietnamita de Dak Lak -apodada “el reino de los elefantes” por el gran número de manadas que solían vivir en sus selvas- aún guardan un profundo respeto a estos animales.
Según sus leyendas, encontrar un pelo de elefante puede traer suerte y prosperidad.
Pero, según Linh Nga Nie Kdam, especialista en la minoría Ede, el cortar sus pelos adrede nunca fue parte de su tradición.
“Amaban a los elefantes y los consideraban parte de su familia, por lo que nunca harían nada para lastimarlos”, explicó.