El croata del Real Madrid Luka Modric fue quien puso fin a diez años de hegemonía del argentino Lionel Messi y del portugués Cristiano Ronaldo sobre el Balón de Oro, al ganar la edición de 2018, la primera que no recayó en uno de los dos quíntuples vencedores.
El centrocampista, de 33 años, le ha sacado un extraordinario rendimiento a una temporada en la que su contribución a llevar a Croacia al subcampeonato del mundo y al Madrid al título de la Liga de campeones se ha visto recompensado con los máximos galardones.
El de la FIFA y el de la UEFA fueron presagio del Balón de Oro, que tiene más solera, organizado por la revista “France Football” que tiró la casa por la ventana en una ceremonia de mucho glamour bajo la imponente cúpula acristalada del Grand Palais de París.
Modric sustituyó a Ronaldo en el historial. El portugués, recompensado el año pasado en la Torre Eiffel, fue en esta ocasión segundo, afectado sin duda por el mal papel de Portugal en Rusia, eliminado en octavos de final, al igual que la Argentina de Messi, que solo pudo ser quinto, fuera del podium por vez primera desde 2006.
El tercero fue el francés del Atlético de Madrid Antoine Griezmann, que comprobó muy a su pesar que esta edición iba a ser una de esas en las que el Mundial no garantizaba el Balón de Oro.
Le puso buena cara al mal tiempo el campeón del mundo, de la Liga Europa y de la Supercopa de Europa, que se aferró en su victoria en Rusia, “un triunfo colectivo que no se cambia por nada del mundo”.
“¿Qué tiene que hacer Griezmann para ganar el Balón de Oro?”, le preguntaron al rojiblanco, que respondió: “Eso mismo me pregunto yo”. El francés, que no ha ocultado que sueña con el premio, estuvo tenso ante algunos periodistas que le preguntaban por su decepción.
Griezmann tuvo el gesto de acudir a la ceremonia, pese a que sabía que no era el vencedor, algo que no hizo CR7, el nuevo jugador de la Juventus de Turín, gran ausente de la fiesta, que firmó su undécimo podio.
El cuarto en liza fue el francés Kylian Mbappé, de tan solo 19 años, que no se marchó con las manos vacías, porque “France Football” le recompensó con el premio Raymond Kopa, destinado al mejor sub-21 del año.
Sonriente, Mbappé reconoció que está escalando peldaños a un ritmo inusual y aseguró que seguirá trabajando para no despeñarse “en el futuro”, en una declaración que levantó una sonora ovación.
Al veloz jugador del París Saint-Germain también le costó ocultar su decepción porque no fuera un “bleu” quien abrazara el dorado balón, que Modric recibió como “un sueño de niño”.
No apagaron su sonrisa ni los abucheos que se escucharon en el Grand Palai cuando apareció en el escenario para recibir el premio, testigos de la decepción que también pesaba en la parroquia francesa que desde Zinedine Zidane en 1998 no ha vuelto a ver a un compatriota levantar el premio.
“Algo extraordinario he tenido que hacer en este 2018, el año de todos mis sueños”, dijo un emocionado Modric, mientras su presidente, Florentino Pérez, que hace unos meses estuvo tentado de dejarle escapar al Inter de Milán, repetía que ningún futbolista había sido mejor que el croata en el año que acaba.
El undécimo Balón de Oro del equipo blanco, que permitió al mandatario aseverar que “hay una historia de amor” entre el club que preside y el premio que hoy festejaban.
Por vez primera se entregó también el Balón de Oro femenino, que recayó en la noruega Ada Hegerberg, triple ganadora de la Copa de Europa con el Lyon, que había copado casi la mitad de las 15 finalistas para el premio.
La escandinava puso un mensaje de apoyo a todas las chicas que practican un deporte que se abre camino.
Fue una ceremonia con mucho “rap” y muchos guiños a los campeones del mundo. El Atlético de Madrid envió a los tres suyos, Griezmann, Lucas Hernández y Thomas Lemar, respaldados por su presidente, Enrique Cerezo.
Mucho protagonismo para el seleccionador francés, Didier Deschamps, aplaudido a rabiar bajo la resonante cúpula acristalada, adornada de luces que vio como el Balón de Oro escapaba a los franceses. EFE
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