El neurólogo nigeriano Oshiorenoya Agabi quizá haya conseguido que un día usted pueda saltarse la fila de seguridad en los aeropuertos con un invento revolucioonario: un microchip capaz de detectar explosivos sin molestar a los viajeros.
Este científico presentó el domingo en la conferencia TEDGlobal 2017 (Technology, Entertainment and Design) de Arusha, en Tanzania, un aparato creado por su ‘start-up’ que puede rastrear con el olfato los explosivos.
Éste es uno de los usos posibles del invento de Agabi, de 38 años, y de su equipo de la compañía Koniku, situada en el Silicon Valley californiana.
Mientras los especialistas de la inteligencia artificial luchan por crear máquinas que imitarían el cerebro humano, -o, como el inventor de origen sudafricano Elon Musk, implantar en él ordenadores- Agabi ha hallado la forma de hacer trabajar conjuntamente neuronas producidas en laboratorio y circuitos electrónicos.
Dejando de lado el silicio de los procesadores clásicos, y sus límites, asegura haber recurrido directamente al cerebro humano, “el procesador más potente que haya conocido jamás el universo”.
“En lugar de copiar una neurona ¿por qué no recurrir a la propia célula biológica, y utilizarla? Es una idea revolucionaria cuyas consecuencias son inimaginables” asegura Agabi, licenciado en física teórica en Lagos, doctorado en Londres, y apasionado por la neurociencia y la bioingeniería.
A esta tarea se han abocado el nigeriano y su equipo de genetistas, físicos, bioingenieros y biólogos moleculares, con la esperanza de resolver problemas que van desde la deteccion de productos químicos o explosivos, o la de enfermedades como el cáncer.
Con información de AFP.