Donald Trump hace su debut en la ONU este lunes con la voluntad de reformar la anquilosada organización al comenzar la mayor cita diplomática del planeta, dominada por inquietudes sobre Corea del Norte, Irán y los musulmanes rohinyá de Birmania.
El presidente de Estados Unidos no esconde su desprecio por la organización multilateral creada hace 73 años, un año antes de su nacimiento. Durante su campaña electoral catalogó a la ONU como un “club para que la gente se junte, charle y pase un buen rato”.
Trump celebrará este lunes una reunión centrada en las reformas que cree deben llevarse a cabo, un día antes de su primer discurso oficial delante de la célebre pared de mármol verde de la Asamblea General, que acoge este año a unos 130 líderes mundiales.
El mundo estará atento al discurso del imprevisible ocupante de la Casa Blanca, y a ver cómo es posible compaginar su política de “Estados Unidos primero” con el multilateralismo defendido por la ONU.
Estados Unidos es el principal financiador de la organización creada al concluir la Segunda Guerra Mundial, pero Trump amenaza con reducir drásticamente esos fondos, lo cual para el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, crearía “un problema irresoluble” para la institución.
Francia y Rusia han reaccionado con frialdad a la iniciativa de Estados Unidos, preocupados de que la primer potencia mundial esté más centrada en recortar su presupuesto que en mejorar la eficiencia de la ONU.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, fue una gran impulsora del recorte de 600 millones de dólares al presupuesto de las misiones de paz este año.
Haley destacó el viernes que hay más de 120 países que apoyan el proyecto de resolución presentado por Estados Unidos para reformar la ONU y dijo que es “una cifra milagrosa” que muestra que hay apoyo para “un paquete masivo de reformas” que serían dirigidas por Guterres.