Con la ayuda de perros de rescate, los bomberos buscaban este jueves otras víctimas de los furiosos incendios en California, que ya mataron a decenas de personas y por ahora no parecen ceder.
Vientos secos y casi huracanados azotan la región del vino, obstaculizando los esfuerzos de los miles de bomberos de todo el país que tratan de contener los 22 focos que han arrasado con 68.800 hectáreas.
El saldo de fallecidos subió a 24, pero las autoridades estiman que continuará aumentando.
El sheriff del condado de Sonoma -de los más afectados- dijo que hasta ahora recibieron 900 reportes de personas desaparecidas, de los cuales la mitad ya apareció a salvo. Espera que el resto no haya podido comunicarse por el colapso en las redes y que estén bien.
Pero indicó que los cuerpos de rescate entraron en la “fase de recuperación”. “Tenemos perros de búsqueda que básicamente siente el aroma de los cuerpos y nos ayudan a encontrarlos”.
Giordano advirtió que será “un proceso lento” pues los incendios se mantienen activos, complicando la identificación de las víctimas.
“Tenemos que encontrar cadáveres completamente intactos y tenemos que encontrar cuerpos que no serán más que cenizas y huesos”, dijo en una rueda de prensa.
De los 24 muertos reportados hasta ahora, 14 son del condado de Sonoma, seis en Mendocino, dos en Yuba y dos en Napa.
“Sería poco realista si no subiera” el número de fallecidos, indicó el sheriff.
Mientras se realizan las búsquedas, se ordenó la evacuación de ciudades de los condados de Sonoma y Napa, muy golpeados por las llamas con miles de hogares destruidos.
Los residentes de Calistoga, una pueblo-resort de 5.000 personas en Napa, y Geyserville, de 800 personas en Sonoma, tienen que salir de sus casas y buscar refugio en otro lugar.
Las evacuaciones en Santa Rosa, también en Sonoma, afectaron a unas 175.000 personas. Al final, barrios enteros quedaron reducidos a cenizas.
“Riesgo de nuevos incendios”
El servicio nacional del clima pronosticó en algunas áreas vientos de hasta 80 km/h y que las “condiciones climáticas críticas para un incendio” continuarán durante el fin de semana.
El departamento de bomberos de California, Cal Fire, indicó además que estas condiciones “aumentan el riesgo de nuevos incendios”.
Cientos de equipos de bomberos de estados vecinos y el resto del país se movilizaban a California para ayudar en el combate de esta tormenta de fuego.
“He estado en Cal Fire 30 años y he visto llamas grandes, pero esto es extraordinario, tener tantas, tan grandes y moviéndose tan rápido”, dijo a la AFP, el veterano bombero David Shew.
El jefe de Cal Fire, Ken Pimlott, dijo que la situación es “seria, crítica, un evento catastrófico”, mientras el gobernador Jerry Brown indicó que ha sido de los peores incendios en la historia del estado.
Pimlott explicó además que los efectos de una sequía de cinco años sirve de combustible para los incendios.
“Tenemos literalmente vegetación explosiva”, indicó.
Más de 3.500 casas y comercios quedaron destruidas, incluidas varias bodegas en Sonoma y Napa, corazón de la producción de vino en California.
El presidente Donald Trump declaró estado de desastre mayor en California, liberando fondos y recursos federales para encarar la situación, mientras que el gobernador Brown declaró estado de emergencia en ocho condados.
Michael Desmond es uno de los cientos de residentes del barrio Coffey Park de Santa Rosa que perdieron sus casas.
“Me siento violado, como asaltado por un ladrón”, dijo este hombre de 63 años mientras observaba los escombros de lo que una vez fue la casa donde creció.
Entre las bodegas más perjudicadas están William Hill Estate Winery en Napa, Signorello Vineyards, Stags’ Leap y Chimney Rock.
Los incendios forestales son comunes en el oeste de Estados Unidos durante la estación de sequía en los meses más calientes, pero este año están entre lo más letales de la historia.