El presidente Xi Jinping continúa concentrando todo el poder en sus manos tras obtener un nuevo mandato al frente del Partido Comunista de China (PCC).
En los últimos días, Xi fue consagrado “líder” por el buró político del PCC, nombró a un hombre fiel en la ciudad de Shanghai y acusó a sus antiguos rivales de haber participado en una conspiración.
El viernes pasado, el buró político elevó a Xi a la altura de Mao Zedong al designarlo “lingxiu” (“líder”), término abundantemente usado para honrar al fundador de la República Popular de China.
Dos días antes, el congreso del Partido Comunista de China (PCC) había incluido en sus estatutos el “pensamiento” de Xi y su nombre, equiparándolo con Mao y Deng Xiaoping, el otro gran dirigente comunista chino.
Además, el congreso eligió una nueva dirección a gusto de Xi, sin la presencia de ningún futuro sucesor, lo que indicaría que el dirigente chino de 64 años podría aspirar a continuar en el poder más de diez años.
En efecto, la inclusión de su nombre en los estatutos del Partido le permitirá liberarse de cualquier límite de edad, por lo que podrá mantenerse el tiempo que desee a la cabeza del PCC, según los expertos.
– ‘Nueva era del socialismo’ –
Este refuerzo de su poder político está acompañado por una masiva ola de propaganda, con una proliferación de mensajes en los muros del país en los que se exhorta a estudiar el “pensamiento” del dirigente, que prometió a sus compatriotas durante el Congreso “una nueva era del socialismo chino” antes de 2050.
No menos de una veintena de universidades del país anunciaron la apertura de “institutos de investigación” sobre el “pensamiento” presidencial.
Además, Xi Jinping refuerza su influencia sobre los motores económicos del país: los principales dirigentes de Shanghai y de las ricas provincias costeras de Guangdong (sur) y de Fujian (este) han cambiado, anunció el domingo la agencia Xinhua.
El secretario del PCC en Shanghai, capital económica china y feudo del expresidente Jiang Zemin, fue reemplazado por un hombre cercano a Xi Jinping, Li Qiang.
Li había trabajado bajo las órdenes de Xi cuando éste dirigía la provincia de Zejiang (este) en los años 2000.
Desde su llegada al poder central a fines de 2012, Xi Jinping ha llevado a cabo una guerra contra la corrupción que sancionó a no menos de 1,5 millones de personas, según cifras oficiales. Pero algunos expertos sospechan que aprovechó esta guerra para deshacerse de sus adversarios políticos.
– ‘Lucha por el poder’ –
El domingo, la Comisión de Inspección Disciplinaria del PCC anunció que había desbaratado un “complot” urdido por tres ex-altos funcionarios del país, según informó la agencia oficial de noticias china Xinhua.
La comisión acusa a un antiguo político emergente del Partido, Sun Zhengcai, destituído en julio por corrupción, de estar implicado en este “complot”, sobre el que no se ha revelado detalle alguno.
Para el sinólogo Jean-Pierre Cabestan, los rumores de un golpe de Estado “prueban que hay una lucha sorda por el poder” en la cumbre del régimen, en la que hay una oposición interna, ahora enmascarada por la reelección de Xi.
“Hay una oposición reformista que piensa que Xi es demasiado conservador y que quiere una evolución política como la que defendió Deng Xiaoping al inicio de las reformas”, a fines de los años 1970, según Cabestan, de la Universidad bautista de Hong Kong.
Sun, el dirigente chino de mayor nivel en caer en desgracia en los últimos cinco años, se habría asociado a otros dos responsables ya condenados y encarcelados por corrupción: Ling Jihua, exjefe de gabinete del expresidente Hu Jintao, y Zhu Yongkang, exjefe de los servicios de seguridad.
Xinhua afirmó la semana pasada que los tres “conspiradores” habían intentado “influenciar los votos” en los dos precedentes congresos del PCC en 2007 y 2012, comprando los sufragios de algunos delegados. El objetivo habría sido frenar el ascenso de Xi Jinping.