Todos sabemos, entre más se bebe más tienes ganas de ponerte travieso. En fin, cuando lo consigues, finalmente te das cuenta de que el pumpum no es tan bueno y las cosas se ponen muy incómodas en la mañana, pues nadie dio lo mejor de sí.
Pero hay una bebida que es la excepción a la regla, que puede hacer que ambos, hombres y mujeres, disfruten mejor del pumpum: el vino. Sabíamos de sus cualidades antioxidantes y sus múltiples beneficios a la salud, pero las virtudes de un buen vino van más allá.
Siempre bajo la premisa de un “consumo moderado”, el vino resulta ser un excelente aliado en la actividad sexual por una sencilla razón: está demostrado que es un excelente vasodilatador, lo que quiere decir que mejora la llegada de sangre a todas las zonas del cuerpo, así que definitivamente favorece la erección. Por su parte, en las mujeres se produce más estrógeno, por lo tanto produce mas deseo sexual, así como mayor sensibilidad en la zona erógena.
Otra razón por la que el vino puede ser afrodisíaco tiene que ver con su olor. Se ha encontrado que olores como el regaliz, la cereza, los vinos terrosos y los acentos de almizcle son especialmente atractivos para las mujeres.
En el caso de los hombres, el estímulo del vino se debe fundamentalmente a que un compuesto que se encuentra en el vino tinto, llamado quercetina, bloquea la enizma UGT2B17, la cual envía señales al hígado para que deseche la testosterona.
El poder sexual del vino empieza desde el mismo momento en que se descorcha la botella. Y es que una cata está rodeada de adjetivos que pueden aplicarse a los amantes, y es un acto semejante a hacer el amor. En ella, como en el sexo, intervienen todos los sentidos. Desde la vista al tacto, el vino refleja los colores de la pasión, porque tomar una copa de vino es como sostener al amante por la cintura.