Un comando ingresó a una clínica en la capital del estado, a unos 120 kilómetros de Ciudad de México, en donde asesinó a cuatro personas, entre ellas a Jesús Martín, alias “El Kalimba”, un cabecilla de la delincuencia que era buscado por las autoridades.
“Pretendía cambiar su identidad a través de cirugías estéticas en el rostro e intentó retirarse las huellas dactilares para después no ser identificado, por lo que también se investiga al personal médico involucrado”, explicó en un comunicado la fiscalía, que lo identificó entre una docena de muertos que dejaron distintos ajustes de cuenta entre delincuentes ese día.
Más temprano el mismo lunes, cinco personas murieron en Tlaltenango, unos 130 kilómetros al sureste de la capital mexicana. En ese lugar, “fue privado de la vida Alfredo ‘N’ alias ‘El Cuino’ o ‘El Kino’, propietario de un predio en el que se hallaron mangueras, válvulas, conexiones y bombas para el robo de combustible, además de tres vehículos con reporte de robo”, dijo la fiscalía.
El resto de las víctimas fueron colaterales, principalmente durante el robo de sus vehículos por los grupos que concretaron las ejecuciones.
En un primer momento, la autoridad investigadora estableció que se trataba de un ajuste de cuentas entre bandas rivales dedicadas al robo de hidrocarburos, pero tras las últimas indagatorias refirió que todos pertenecían a la misma organización delictiva.
“El móvil es un ajuste de cuentas dentro de un mismo grupo de robo de hidrocarburo, y de acuerdo al avance de las indagatorias, a uno de los probables responsables se le identifica como ‘El Irving’ quien a nivel de mando forma parte del mismo grupo de los occisos”, estableció la fiscalía.
Puebla se ha convertido en años recientes en una de las principales fuentes de saqueo de ductos de la petrolera estatal mexicana Pemex, una actividad en la que estarían involucradas bandas dedicadas también al tráfico de drogas.